​Una hazaña militar que parecía imposible y que la infantería chilena completó en 55 minutos

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Morro de Arica

Después de la batalla de Tacna, se hizo evidente para el Alto Mando chileno que el paso siguiente debía ser la conquista de la plaza de Arica, la cual resistía como el último reducto peruano en medio de una región que ya estaba en las manos de Chile. Pero la ocupación de esa plaza no era nada de fácil, ya que se hallaba fortificada y artillada, destacando en ella tres fuertes ubicados en los terrenos bajos y situados en la parte norte de la ciudad, y otros tres que se hallaban emplazados en el Morro mismo. Aparte de lo anterior, la plaza estaba protegida por un complejo sistema de minas que estallaban a la primera presión que se hiciera sentir sobre ellas y que había sido elaborado por un ingeniero peruano.

Sólo una mente militar muy sobresaliente podía hacerse cargo de esta operación, la cual recayó en la persona del coronel Pedro Lagos, cuya designación fue hecha por el mismo General en Jefe, Manuel Baquedano.


Foto papel

En Arica, Pedro Lagos -quien era conocido por hacer él mismo el reconocimiento del terreno y en forma muy prolija- se dio cuenta de que el asalto al Morro debía realizarse en forma rápida y sorpresiva. Gonzalo Bulnes, en su obra “Guerra del Pacífico”, subraya las cualidades de Lagos para enfrentar una empresa de esas características:

“Lagos, como todos los jefes formados en las campañas de Arauco, daba gran importancia a la astucia. En esa guerra los ataques eran sorpresivos de un lado y otro. No había medio de alcanzar tribus errantes sino por engaño. Siempre tendrá que suceder eso en la lucha de un ejército con masas irregulares, que mudan su campamento a voluntad, que aparecen tan pronto aquí como allí, que llevan todo en el lomo de sus veloces caballos: armas, hogar, familia. Lagos, como la mayor parte de los jefes militares chilenos de esta época, se había formado en esa escuela.”

De esta forma, Lagos elaboró un plan de ataque en el cual el papel principal lo tendría el Arma de Infantería, ya que la caballería quedaría encargada de cerrar la retirada de los soldados peruanos. Gonzalo Bulnes lo describe de la siguiente forma:

“Lagos dispuso el ataque en esta forma. Un regimiento, sin nombrar cual, caería de sorpresa sobre el fuerte «Este» colocado a la izquierda del sitio en que estaba el campamento chileno; y otro sobre el fuerte «Ciudadela», situado a la derecha en la cuchilla que conducía al Morro. Este cuerpo debía fraccionar su tropa dedicando uno de los batallones a apoderarse del fuerte mismo; el segundo a tomarse las zanjas y reductos sucesivos que cubrían el sendero que conducía al Morro. El tercer regimiento serviría de reserva, manteniéndose equidistante de los que marchaban al ataque. La caballería, que no tenía papel en un asalto de fortificaciones, quedaría a retaguardia cuidando los pasos por donde los peruanos podían retirarse o fugar.”


Morro2

El asalto finalmente se hizo principalmente desde el lado este del Morro, en el cual se situaban los fuertes más difíciles de atacar, no sin antes preparar un escenario para que los comandantes peruanos pensaran que el asalto se produciría por el lado oeste. La acción fue realizada mayoritariamente por los regimientos 3º y 4º de Línea. Esto necesitó, además de una cuidadosa planificación, del valor de los oficiales, de los clases y de la tropa, quienes demostraron un heroico comportamiento, lo cual quedó reflejado en la gran cantidad de bajas que hubo entre ellos. Los chilenos debieron proceder muy rápido, antes que los jefes peruanos optaran por hacer estallar todo el sistema de minado de la plaza; esto último no ocurrió, con lo cual se evitó que toda la plaza entera saltara por los aires, produciendo una gran pérdida de peruanos y chilenos. La resistencia de los primeros fue ejemplar, destacando la conducta heroica del jefe de la plaza de Arica, coronel Francisco Bolognesi, quien falleció en este hecho de armas, junto a muchos de sus oficiales, clases y soldados.

Los historiadores militares han relevado la toma de Arica y de su morro, en el contexto de la historia militar americana, debido a la celeridad con que se desarrollaron las acciones y a las dificultades que los soldados chilenos debieron vencer. Gonzalo Bulnes lo resalta de la siguiente forma:

“Muy pocos hechos más heroicos ofrece la historia americana que el asalto y toma de Arica. No sólo la de Chile sino la de cualquier país del mundo podría enorgullecerse de ella. Reloj en mano, los regimientos tardaron 55 minutos desde que partieron agazapados de sus campamentos hasta que clavaron sus banderas victoriosas en el Morro. Se ha hecho la prueba de recorrer esa distancia al tranco del caballo y se ha empleado mas tiempo que el que tardaron los chilenos en rendir todas las trincheras.”

europapress