En el año 2016 ingresó la Enfermedad de Crohn en el segundo decreto de la Ley Ricarte Soto, Sistema de Protección Financiera para Diagnósticos y Tratamientos de Alto Costo, con cobertura universal. Un gran logro para una enfermedad inflamatoria intestinal (EII) que hoy beneficia a cerca de 150 pacientes y que requiere de una mayor difusión para que se extienda su apoyo en una población que -según cifras del Ministerio de Salud- solo en 2014, registró 4290 egresos hospitalarios producto de las denominadas EII.
Desde entonces, la Ley Ricarte Soto cubre el costo de medicamentos biológicos para la mayoría de las indicaciones en la Enfermedad de Crohn, aunque todavía no para todas. La Agrupación Chile de Trabajo en Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACTECCU), dependiente de la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SCHGE), fue uno de los agentes determinantes en la concreción de este beneficio, atendiendo los altos costos asociados a su tratamiento y el nivel de invalidez que viven sus pacientes.
La Enfermedad de Crohn afecta el tubo digestivo, desde la boca hasta la región perianal, pudiendo requerir hospitalizaciones y cirugías, y comprometiendo significativamente el ánimo y el redimiento socio-laboral. El síntoma más frecuente es el dolor abdominal, pudiendo existir mucosidades y sangre en las deposiciones, diarreas, e incluso presencia de fístulas y abscesos perianales, y compromiso extradigestivo a nivel de piel, articulaciones y ojos, entre otros.
Las EII han registrado un aumento progresivo de la incidencia en países como Brasil, Uruguay y Barbados, con saltos de hasta 4.5 a 9.7 en una década; y Chile no queda fuera de esta tendencia. Hasta hoy, no existen tratamientos no farmacológicos demostrados que sean capaces de mantener la remisión de un paciente con enfermedad inflamatoria intestinal y la causa más frecuente de reactivación es la suspensión de la terapia farmacológica, razón que confirma la necesidad de incorporar a la Ley Ricarte Soto, el resto de las indicaciones y las otras terapias biológicas en Enfermedad de Crohn, así como también la terapia biológica para la Colitis Ulcerosa.
Ambas enfermedades son crónicas y su evolución está caracterizada por periodos intermitentes de crisis y de remisión. Asimismo, es importante considerar su alta tasa de diagnóstico en la juventud, afectando las proyecciones de productividad económica. A modo de ejemplo, mayor prevalencia de la colitis ulcerosa es en personas entre 18 y 35 años, seguido de un grupo más pequeño entre 55 y 65 años.
Para dimensionar sus costos: la Colitis Ulcerosa requiere de dosis mínimas de mesalazina, por un costo de $80.000 mensuales, cifra que se duplica en caso de crisis, y si se requiere inmunomoduladores, se agregan $100.000. Asimismo, la terapia biológica Infliximab cuesta –según valores publicados por el MINSAL- $347.349 por frasco y en cada infusión se usan 3 al menos cada 8 semanas. Adicionalmente, a estos gastos, se agrega la hospitalización. Con Adalimumab el costo es de $578.030 el mes de terapia y en etapa de inducción, alcanza $1.740.000, sin requerir hospitalización.
Antes del cierre de 2017, ACTECCU espera que el tercer decreto de Ley Ricarte Soto confirme la ampliación de las indicaciones de Crohn e incorpore a su lista la Colitis Ulcerosa. El prohibitivo financiamiento a largo plazo de estas enfermedades, especialmente cuando se requiere terapia biológica, exige respuestas con responsabilidad social.
Dra. Jocelyn Slimming, presidenta ACTECCU
Sociedad Chilena de Gastroenterología