El presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, ha dado por "garantizado" el combustible que necesitaría el país, sumido en una crisis económica y energética, en el marco de su viaje a Estados Unidos, donde está "resolviendo el tema de la logística" y donde habría gestionado con este Gobierno "que el dólar pueda llegar a Bolivia".
"Desde Estados Unidos quiero darles la buena noticia de que el tema de combustible está garantizado", ha anunciado a través de su cuenta en la red social X, donde ha agregado que "gasolina y diésel ya hay". "Ahora estamos resolviendo el tema de logística", ha precisado, antes de afirmar haber "gestionado con el Gobierno estadounidense, que tiene relación con las instituciones multilaterales, para que el dólar pueda llegar a Bolivia".
"Voy a tocar todas las puertas necesarias para que a Bolivia le vaya bien", ha concluido quien, tras su victoria en los comicios presidenciales, ya anunció el inicio de contactos con Estados Unidos y otros "países amigos como Brasil, Uruguay, Paraguay (y) Argentina" para intentar garantizar el suministro de combustibles.
Apenas dos días antes, el presidente saliente, Luis Arce, promulgó la ley, impulsada por diputados de la oposición, que autoriza la libre importación de diésel y gasolina en un plazo de 90 días, en el contexto de la falta de hidrocarburos que experimenta Bolivia. Con todo, el propio Arce advirtió a la población que "la libre importación y comercialización absoluta que se establece en esta ley, generará que el precio de la venta de combustible sea más elevado que el que se comercializa en gasolineras con subvención".
El anuncio de Paz ha llegado en el marco de la intensa crisis económica y energética que atraviesa el país sudamericano, marcada por la escasez tanto de combustible como de divisas y protagonista de la campaña electoral que ha dado al político de derechas la Presidencia boliviana.
Producto de esta situación han sido las largas colas en las gasolineras del país, que se han sumado a una caída pronunciada del consumo ante una cesta de la compra cada vez más cara debido a una inflación golpea la industria alimentaria con subidas de precios de hasta el 30 por ciento.
Adicionalmente, la escasez de dólares ha estimulado un mercado de cambio paralelo que ha aumentado las diferencias con el oficial, devaluando así la moneda y mermando en mayor grado la capacidad económica de las familias bolivianas.