​De las cartas a la telaraña

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Leonardo Quijarro2

El día 2 de febrero, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica se reunió por primera vez desde que asumiera su segundo mandato con el presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski. En un encuentro que generó múltiples reacciones de prensa, dado se produjo un fuerte cruce de palabras entre ambos mandatarios, entre los cuales destacó la aseveración que el norteamericano realizara al decirle al ucraniano “Usted no tiene cartas”, queriendo con ello destacar la dependencia tenía Ucrania de la ayuda de occidente y, en particular de Estados Unidos, para continuar con la guerra con Rusia, que ya supera los tres años.


La situación relatada se suponía era la instancia previa a la posterior firma de un acuerdo comercial respecto de la explotación por parte de Estados Unidos de tierras raras en Ucrania, lo cual fue suspendido debido al tono que alcanzó el encuentro. Cosa rara, el mencionado acuerdo comercial para la explotación de minerales y tierras raras fue finalmente firmado a fines del mes de abril.


El pasado 1 de junio, en un despliegue inédito en las profundidades del territorio ruso, Ucrania realizó la denominada “Operación Telaraña”, en la que, empleando enjambres de cuadrópteros lanzados desde containers tractados por camiones alcanzaron cuatro bases aéreas que albergan los aviones bombarderos que Rusia, no solo ha utilizado para el lanzamiento de bombas y misiles contra objetivos en suelo ucraniano, sino que también son parte de la triada de disuasión nuclear de este país. Si bien no hay una claridad en la cantidad de aviones destruidos, si se sabe que su reemplazo es muy difícil y costoso, lo cual, ineludiblemente, implicará un costo a la capacidad rusa para realizar operaciones empleando estos medios además de llevar una sensación de inseguridad a suelo ruso alejado de la frontera.


La respuesta rusa no se dejó esperar atacando con más de 470 vehículos no tripulados diferentes objetivos en Ucrania.


Sin embargo, las acciones ucranianas no solo sorprendieron por su capacidad de actuar en el territorio ruso bastante alejado de las áreas donde se han realizado las principales operaciones terrestres. El día martes en la madrugada, fuerzas especiales ucranianas fueron capaces de detonar cargas explosivas en pilares del puente de Kerch, que une territorio ruso con la península de Crimea, acceso clave al mar Negro y que alberga la base naval de Sebastopol. El citado puente, construido posterior a la anexión de la península al estado ruso el año 2014, constituye el cordón umbilical para el sostenimiento tanto de la población como de las fuerzas establecidas en esta área geográfica. Este hecho obligó a suspender el tránsito por el puente, al menos, temporalmente.


Ucrania, al parecer, tiene más de alguna carta que jugar, descolocando la apreciación que actores de primer orden pudieran tener.


El valor que tienen la industria de defensa, la innovación y la generación de capacidades se destacan con mayor claridad cuando un Estado se ve enfrentado a tener que superar grandes desafíos. Ucrania ha tenido la capacidad de adaptarse con gran rapidez a los desafíos le ha impuesto el tener que enfrentarse a una potencia militar e industrial como lo es Rusia, debiendo echar mano a la creatividad e ingenio de su capital humano que, en lo que va de este conflicto ha sabido encontrar talentos en aptitudes que venían del empleo de medios casi como juguetes para ser transformados en eficientes y eficaces armas.


Probablemente, la clave, para este pueblo, ha sido los años de preocupación en producir generaciones de jóvenes con aptitudes y competencias variadas, desde lo técnico hasta lo ingenieril, que, en momentos de apremio, pueden ser enfocados para apoyar un esfuerzo nacional.


Esta realidad pudiera ser un interesante caso de estudio para nuestro país al momento de buscar ejemplos a seguir en términos de generación de competencias y del valor del capital humano. Para lo anterior será necesario que, desde la definición de objetivos nacionales hasta la conducción política, se dimensione el valor de la generación de ese abanico de conocimientos dado que, al igual que un motor, requiere de engranajes de diferentes dimensiones, los que, trabajando en conjunto, podrán mover una maquinaria de grandes dimensiones.


Leonardo Quijarro S.

Profesor Residente Academia de Guerra Naval

Docente Investigador del Centro de Estudios Navales y Marítimos (CENAM)


europapress