Recientemente, tuve la oportunidad de visitar Filipinas con el propósito de conocer de cerca su boyante industria de Business Process Outsourcing (BPO). Lo que encontré fue un país que ha convertido al BPO en un pilar fundamental de su economía, ofreciendo lecciones valiosas para Chile y América Latina.
La que fuera colonia española durante más de 300 años, heredando nombres y costumbres religiosas, pasó brevemente a manos británicas en el siglo XVIII y en 1898 fue cedida a Estados Unidos. Filipinas logró su independencia en 1946, convirtiéndose en una república con un modelo económico orientado al comercio y los servicios. Hoy, el país se ha posicionado como líder mundial en BPO, con más de 1,8 millones de personas empleadas en el sector en 2024, representando aproximadamente el 10% de su Producto Interno Bruto (PIB). Este crecimiento ha sido impulsado por una fuerza laboral joven, educada, bien distribuida dentro del archipiélago y con un amplio dominio del inglés, lo que ha llevado a multinacionales como Accenture, IBM, JP Morgan, EY y Microsoft a establecer operaciones en ese país. Representando el mercado offshore para Estados Unidos, un 80% de esta fuerza laboral. Grandes operaciones, para la industria de salud, tech y tributaria para EE.UU.
Durante mi estadía, observé cómo la educación técnica se alinea con las necesidades de las industrias entendiendo lo exitosa que ha resultado ser esta última en la generación de empleos. En una universidad local, los estudiantes se especializan en programación y otras habilidades demandadas por el sector, evidenciando una estrategia educativa orientada al mercado laboral.
Pero esto no ha sido al azar, el gobierno filipino ha implementado políticas públicas efectivas para atraer inversiones en BPO. Entre ellas destacan incentivos fiscales, como exenciones del impuesto a la renta por periodos que varían entre 5 y 10 años, dependiendo del volumen de inversión, zonas y proyectos. Además, entidades como la Philippine Economic Zone Authority (PEZA) y el Board of Investments (BOI) facilitan la inversión extranjera y el desarrollo de infraestructuras adecuadas para el sector. Destaca la profundidad del negocio inmobiliario en general en el país y, en particular, la calidad de la oferta específica para el BPO.
En contraste, América Latina enfrenta desafíos para competir en este ámbito. Aunque se estima que para 2030 el 70% de los jóvenes de la región trabajarán en el sector servicios, aún existen barreras como la falta de dominio del inglés, políticas fiscales menos atractivas y una infraestructura tecnológica en desarrollo.
Para que Chile y otros países latinoamericanos puedan replicar el éxito filipino en BPO, es crucial:
Filipinas nos muestra que, con una estrategia integral y coherente, es posible transformar el sector de servicios en un motor de desarrollo económico. LATAM tiene el potencial para seguir este camino, siempre que se implementen las políticas adecuadas y se invierta en el talento de nuestra gente.
Por Pablo Rossel Estay, CEO de CGS LATAM