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Pablo Rossel |
Hoy, con absoluta certeza, puedo afirmar que estamos siendo testigos de una transformación profunda en nuestra sociedad: la transición de un modelo centrado en el consumo a uno enfocado en el servicio. Este cambio no es fortuito ni meramente tecnológico; surge, en primer lugar, de una reflexión colectiva sobre la calidad de vida, que nos ha llevado a repensar nuestras prioridades y a valorar lo esencial. En este contexto, la tecnología —y en especial la inteligencia artificial (IA)— está acelerando esta evolución y redefiniendo la manera en que interactuamos con nuestro entorno y las empresas.
Recientemente, tuve la oportunidad de visitar Filipinas con el propósito de conocer de cerca su boyante industria de Business Process Outsourcing (BPO). Lo que encontré fue un país que ha convertido al BPO en un pilar fundamental de su economía, ofreciendo lecciones valiosas para Chile y América Latina.
Hoy Chile tiene en sus manos una gran posibilidad para transformar su economía y reducir el desempleo: que los chilenos dominen un segundo idioma, especialmente, el inglés. En este contexto, la discusión sobre el desempleo en el país debe cambiar. No es suficiente centrarse en las políticas macroeconómicas; necesitamos programas estructurales, que impacten nuestra oferta laboral.
La transformación digital ha revolucionado diversas industrias, siendo los call centers un claro ejemplo de cómo la implementación de bots y herramientas de inteligencia artificial (IA) ha creado nuevas oportunidades, incrementando la eficiencia y productividad y abriendo "océanos azules" de innovación y desarrollo. Es decir, este avance ha permitido a las empresas explorar nuevos mercados y formas de crear valor.
En el contexto actual, la industria de contact center en Chile se encuentra en una encrucijada notable. Por un lado, presenta un abanico de posibilidades significativas, especialmente en términos de empleabilidad, siendo una vía de acceso al mercado laboral para muchas personas en busca de oportunidades.