Recientemente hemos sido testigos de cómo los apagones han dejado a oscuras a distintos países, incluyendo a varios países de la región como Ecuador, Brasil, Colombia y Cuba, por solo mencionar algunos.
De la misma manera, los cortes masivos de electricidad en Chile nos están mostrando importantes desafíos de la infraestructura eléctrica frente a eventos climáticos extremos, mejora del control operativo y necesidades de nuevas inversiones. En febrero pasado, millones de hogares en todo Chile quedaron a oscuras durante horas debido a una falla en una línea de transmisión en el norte del país. La desconexión no solo afectó el suministro eléctrico, sino que también colapsó la telefonía móvil, paralizó industrias y dejó sin agua potable a miles de personas.
Según datos de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC), durante el último año se han registrado más horas de interrupciones masivas de suministro eléctrico que el promedio de años anteriores, producto de fallas en la red de transmisión y una infraestructura de distribución poco resiliente al clima. Ante la creciente demanda energética, este tipo de eventos podría volverse más frecuente en los próximos años, lo cual refuerza la necesidad de buscar soluciones energéticas resilientes, donde la energía solar y el almacenamiento surgen como una alternativa.
Los paneles solares tradicionales han sido promovidos como una solución sustentable para reducir costos en la cuenta de electricidad. De hecho, lo son. Pero en caso de un apagón, los sistemas fotovoltaicos dependen de la estabilidad de la red eléctrica para operar. Es aquí donde entran en juego los sistemas de almacenamiento, permitiendo a los hogares e industrias disponer de energía incluso cuando la red colapsa.
El almacenamiento de energía en baterías, junto con la energía solar fotovoltaica, entrega respaldo frente a cortes o emergencias y permite a los usuarios finales recortar consumos de potencia en punta o arbitrar energía, optimizando el ahorro energético al permitir que la energía almacenada se consuma en los horarios donde las tarifas eléctricas son más altas.
Si bien la inversión inicial en sistemas fotovoltaicos con baterías es mayor que la de un sistema convencional, la posibilidad de reducir la dependencia de la red eléctrica y evitar interrupciones la convierte en una decisión estratégica para el futuro. Algunas empresas ya ofrecen opciones de financiamiento flexible que permiten a los hogares acceder a esta tecnología sin un gran desembolso inicial.
El riesgo de apagones en Chile no solo pone en jaque la comodidad del hogar, sino que también afecta la seguridad, la productividad y el acceso a servicios básicos. Mientras en países como Alemania, Australia y Estados Unidos se está incentivando activamente la adopción de sistemas solares con baterías, en Chile esta tecnología aún está en una etapa incipiente. Sin embargo, su implementación masiva podría significar un cambio radical en la forma en que el país enfrenta su demanda energética.
Chile tiene un enorme potencial solar, pero sin almacenamiento, seguimos dependiendo de un sistema vulnerable. Si queremos prepararnos para un futuro con más cortes de luz, incentivar el uso de baterías en los hogares y empresas debería ser una prioridad.
Frente a un sistema eléctrico cada vez más frágil, la transición hacia energías más resilientes es una necesidad urgente. Apostar por paneles solares con baterías no es solo una decisión sustentable, sino una estrategia clave para garantizar la seguridad energética del país. La pregunta ya no es si debemos adoptar esta tecnología, sino cuán pronto lo haremos antes de que los apagones dejen de ser la excepción y se conviertan en la norma.
José Luis Opazo,
CEO de Ciudad Luz y académico del Centro para la Sostenibilidad Empresarial de la UAI