​El turno de la psicología (2)

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Christian Lomakin

En Enero del 2004, la prestigiosa Harvard Business Review publicó un texto sobre liderazgo narcisista. Titulaba la revista: Liderazgo narcisista, las increíbles ventajas, las inevitables desventajas. Fue un artículo de avanzada para su época. Resumiendo el contenido podemos decir que el autor, (El profesor Michael Maccoby), veía detrás del narcisismo empresarial, dedicación al trabajo, y rendimiento. Pero, también veía debilidades. Los líderes de este tipo son súper estrellas, e inspiran a otros, pero, al final son humanos y muestran debilidades importantes, a la hora de ser consistentes. En Estados Unidos surgieron algunos de los dirigentes empresariales más importantes: Bill Gates, Jeff Bezos, el fallecido Steve Jobs. Pero en el mundo político los narcisistas son mucho más conocidos. Y la lista es larga. Napoleón Bonaparte, El emperador Julio Cesar y Augusto, Stalin, Hitler, Mao. Todos ellos tienen trazas narcisistas. Se nota en un hecho simple: Impusieron agendas propias, por sobre las necesidades de los demás. Puede que los narcisistas inspiren, pero también son peligrosos. Se toman las organizaciones, al punto que no las diferencian de ellos mismos. En política, suelen borrar la separación de poderes y los checks and balances. Las decisiones son más rápidas, pero cada vez se alejan más del parecer del pueblo, representado y afectado. Personalmente pienso que las democracias bien concebidas, lo hacen mejor que los liderazgos unipersonales. Le entregan el poder a un sistema, no una persona, y eso siempre será mejor. Siempre que el sistema funcione, y no esté corrompido. En el plano de las personas, no deja de ser significativo que en el EE UU del liderazgo narcisista, las crisis fueron más frecuentes, y el mundo se hizo más desigual. En la crisis sub prime vimos un EE UU irreconocible, en que ejecutivos de empresas se auto premiaban por la quiebra de las mismas, con indemnizaciones gigantescas. Algo que solo un narcisista puede hacer.


En Chile, también entramos por las sombrías rutas del narcisismo presidencial. Atrás quedaron los días de la austeridad y la mesura. Hoy pagamos las consecuencias, con una de las crisis institucionales, más severas de la Historia Chilena. El narcisismo borra la accountability.


En el mundo actual, y con los conocimientos que existen, las sociedades democráticas y representativas se deben poder defender de los liderazgos tóxicos. Lo mejor es tender a liderazgos sistémicos, en los cuales las personalidades demasiado excéntricas, puedan ser controladas. Un ejemplo es la confederación Suiza, que propicia la democracia directa, y en la cual el poder ejecutivo está en manos de dos jefes ejecutivos, como en la época romana. Gracias a ese sistema, Suiza, hace 150 años el país más pobre de Europa, hoy se cuenta entre los más ricos.


Christian Lomakin.

Economista.

europapress