El reciente apagón que afectó a gran parte del territorio nacional dejó al descubierto una realidad innegable: el sistema eléctrico chileno es vulnerable y requiere con urgencia inversiones en infraestructura y resiliencia. La falla expuso la fragilidad de la red de transmisión y la falta de redundancias que permitan amortiguar eventos críticos sin afectar a millones de usuarios. Sin embargo, este problema es solo la punta del iceberg de una crisis estructural que podría comprometer el futuro energético del país.
Chile posee recursos renovables excepcionales, con un potencial solar en el Desierto de Atacama que supera los 2 TW y un potencial eólico en la zona centro-sur de 81 GW. A pesar de esta riqueza, nuestro sistema eléctrico sigue dependiendo de combustibles fósiles importados y la integración de fuentes renovables para diseñar un sistema energético resiliente y robusto aún está pendiente.
El desafío no es sólo la generación sino también la transmisión, la distribución y la integración energética. La interconexión eléctrica nacional, implementada desde 2017, permite aprovechar mejor los recursos energéticos, pero también genera el riesgo de fallas en cascada, como se evidenció en el reciente apagón. Expertos coinciden en que es imperativo fortalecer la resiliencia del sistema con inversiones en almacenamiento, generación distribuida y redes inteligentes que permitan una respuesta más rápida y eficaz ante contingencias.
A nivel regional, la solución pasa por una integración energética multilateral. Chile tiene el potencial para convertirse en un exportador de energía limpia hacia Sudamérica, pero esto requiere infraestructura de transmisión transfronteriza y acuerdos de largo plazo con países vecinos como Argentina, Perú y Bolivia. Este enfoque no solo diversificaría nuestros mercados, sino que también reduciría la presión sobre los sistemas de almacenamiento y haría más gestionables las fuentes renovables de energía.
El panorama es claro: sin inversiones en transmisión, distribución, almacenamiento y gestión inteligente de la energía, Chile no podrá aprovechar su potencial renovable ni garantizar un suministro seguro y estable para sus ciudadanos. El Estado y el sector privado deben acelerar la materialización de proyectos críticos, de modo que la sociedad y el sector productivo cuenten con un respaldo energético de calidad, a partir de un sistema eléctrico que responda de manera eficaz al consumo. La transición energética no es solo una opción, sino una necesidad impostergable.
Dr. Lorenzo Reyes-Bozo
Decano Facultad de Ingeniería y Negocios Universidad de Las Américas