Transformar la educación: el gran desafío presente

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Luis Riveros

Nuestra sociedad actual vive el reto que representa la escasa comunicación entre distintas generaciones. Aquí inciden, naturalmente los temas tecnológicos y de acceso a la información, que domina la conducta de las nuevas generaciones y establece una diferenciación pronunciada con las generaciones anteriores. Con razón se habla de una generación “nativa digital” y de otras anteriores que han pasado a ser “inmigrantes digitales”. Más allá del manejo de datos y de la información, se ha ido creando una nueva cultura, una nueva forma de relacionamiento social, una forma distinta de entender el mundo sobre la base de la tecnología. Pero más allá de eso, existe una verdadera brecha cultural entre generaciones distanciadas no por un importante número de años, sino por la ocurrencia de una verdadera revolución en valores y conceptos acerca de la vida en sociedad. Nuevas tendencias de aceptación a minorías sexuales, de inclusión de segmentos de población antes segregados, de los movimientos feministas, los de protección al medio ambiente y diversas formas de vida, del animalismo y otras, marcan una barrera que es difícil de asumir para generaciones pasadas. Pero las concepciones distintas van más allá, abarcando cosas como el rol de la familia, la existencia de clases sociales y el desapego de los tradicionales valores de acumulación y realización personal y grupal. Todo esto está sucediendo y es parte de una nueva realidad en desarrollo; en los EEUU se le ha dado la denominación de cultura woke, una nueva cultura que representaría un “despertar” frente a una nueva realidad.


Ciertamente las generaciones que están siendo desplazadas se resisten a este cambio que ocurre con sus propias lógicas y dinámicas, y que no es sino la instalación de un nuevo sistema de relacionamiento social. Se podrá hacer todos los esfuerzos por revertirlo y volver así al más bien apacible sistema de convivencia del siglo pasado, aunque el mismo estuvo remecido varias veces por los intentos de generar una nueva cultura o introducir nuevos sistemas políticos y económicos. Lo de ahora, más fortalecido por una tecnología que genera nuevas cosas en el campo del conocimiento y de los valores sociales, tiene la connotación de estar aquí para quedarse y seguir con sus ritmos propios el avance hacia el futuro. Y, por cierto, todo indica en que no habrá una vuelta atrás en los cambios valóricos y funcionales que ha traído a la sociedad, los cuales han pasado ya a ser parte de una nueva institucionalidad jurídica y política.


Una parte importante de la crisis que vive la educación en la actualidad se asocia a este cambio paradigmático en que los “inmigrantes digitales” tratan de formar a los “nativos digitales”. El acceso a las tecnologías es determinante, y también por esa vía el acceso a la información relevante. Surgen aquí dos aspectos clave que es urgente atender: el currículo de estudio y la formación de profesores. La pregunta es ¿qué currículo debe desarrollarse y con qué tipo de profesores? Si se sigue formando a las actuales generaciones con el conocimiento vigente en el siglo pasado, no se llegará muy lejos profundizando un vacío comunicacional de difícil abordaje. Por cierto están los temas básicos como son las matemáticas, la estadística y el lenguaje. Pero más allá de eso, debe proveerse un conocimiento de contexto, que no se puede abordar por la vía de “eliminar la enseñanza de la historia”. Esto solamente ha ayudado a profundizar la brecha que existe entre generaciones sucesivas. Y es inevitable que debe adentrarse en el campo de las nuevas tecnologías y de la inteligencia artificial, que representa retos cruciales para un profesorado formado en las escuelas tradicionales.


La discusión sobre este importante tema ha sido abordada con singular lentitud, y es prácticamente algo ausente en nuestra realidad nacional. Aún se debate en forma muy primaria acerca de los cambios curriculares, que sirven más bien para propiciar algunas parcelas ideológicas que para atender el futuro que merecen las generaciones jóvenes. Y para que hablar de formación de profesores, apegada más al pasado que a las necesidades futuro merced, entre otras cosas, los criterios de acreditación de calidad vigentes, entre otras cosas. Seguiremos así el paso de nuevas generaciones formadas en la “cultura del tik tok”, que aquellas que necesitamos fortalecer para adentrarnos de verdad en la sociedad del conocimiento.


Prof. Luis A. Riveros

Universidad Central

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