Tragedia en Valencia

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Félix Pilay

La provincia de Valencia - España, se vio sacudida por una tragedia que ha dejado hasta ahora más de 219 vidas perdidas, centenares desaparecidas e incuantificables pérdidas económicas, un saldo devastador que revela una serie de fallos en la gestión del riesgo y la planificación urbana frente al cambio climático. Este acontecimiento, resultado de una DANA que descargó lluvias torrenciales sobre la ciudad, en un momento, equivalentes a la cantidad de lluvia que cae en un año en una época cualquiera, este fenómeno no solo es un recordatorio de la vulnerabilidad de las naciones, sino también un grito de advertencia que no se puede ignorar.


Las condiciones en la que tuvo lugar esta potente catástrofe, en ningún caso fueron fortuitas. Las DANAs son fenómenos conocidos que, aunque difíciles de predecir con precisión, aunque se sostiene que podrían ser predecibles e incluso programados, se han vuelto más frecuentes e intensos debido al cambio climático o a la denominada acción o inacción por el clima. La ciencia ha alertado sobre los efectos de la crisis climática durante décadas, y este evento debería servir como una llamada de atención para una acción inmediata y efectiva del gobierno central y los líderes locales y casta política en su conjunto.


El cambio climático o el calentamiento global, que es el resultado de las emisiones irresponsables de gases de efecto invernadero, que las chimeneas de las industrias en todo el mundo, sin ninguna previsión lanzan a la atmósfera, es lo que ha alterado los patrones climáticos de todo el mundo, estas emisiones son las causantes de fenómenos que cada vez se vuelven más repetitivos, como sequías, caso Ecuador en donde, según el gobierno, la sequía es la responsable de que durante las 24 horas del día, 14 no tengamos el servicio eléctrico, de igual forma, olas intensas de calor y, como es el caso de Valencia, lluvias torrenciales que dejaron una tela de dolor y desesperanza.


Los eventos climáticos, con consecuencias catastróficas, cada vez son más recurrentes en el mundo, hemos visto absortos, enormes incendios forestales, en Canadá, en Chile, en Quito - Ecuador, las tormentas en las Filipinas y otros lugares del planeta, lo que refleja la existencia de una naturaleza interconectada en la crisis de calentamiento global. Lo que evidencia, que no se trata de acciones esporádicas o aisladas, lo que hace urgente que los líderes mundiales, tomen acciones conjuntas y un enfoque coordinado, lo que implica inversión inmediata en tecnología sostenible para mitigar el impacto.


Una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), fenómeno meteorológico, tradicionalmente conocido como “la gota fría” típico del mediterráneo al finalizar el verano y que cuando hace su aparición provoca lluvias torrenciales, las precipitaciones son tan intensas y llegan acompañadas de fuertes vientos y tornados y con ello graves inundaciones, muertes y destrucción a su paso. En Valencia, Una provincia al este de España, tuvo lugar este fenómeno. Se estima que las lluvias eran tan intensas, casi apocalípticas, de más de 500 litros por metro cuadrado y que formaban a su paso grandes y desbordantes ríos. en lugares se sostiene que las lluvias sobrepasaban a la que caen todo un año de lluvias.


Al momento, entorno al desastre, la ciudadanía valenciana y española señala que la responsabilidad de esta tragedia no recae únicamente en la naturaleza. Las autoridades locales y nacionales deben asumir su parte de culpa. Pues es evidente que la gestión del riesgo debe ser una prioridad en un mundo donde los fenómenos climáticos extremos son cada vez más habituales. Los líderes, en cualquier parte del mundo, siempre esperan a que ocurran los desastres, para simular que actúan. Por tanto, en todo momento es esencial anticiparse y crear un marco de acción que proteja a la vida de sus ciudadanos.


Las autoridades tienen la obligación de diseñar planes de emergencia, no solamente en época de crisis sino de manera permanente, debe ser una constante, la rehabilitación de infraestructuras y la creación de sistemas de alerta temprana y que deberían ser revisadas y reforzadas para que estén funcionales al momento de que acurra un desastre. Es inaceptable que se pierdan cientos de vidas humanas por la falta de previsión, preparación y de respuesta adecuada ante eventos que son, en muchos casos, previsibles.


“Se sabía y nadie hizo nada para evitarlo”, (Asesinos, asesinos), gritaban las personas, en su desesperación, a la llegada de sus “líderes” Rey de España, Felipe VI, junto a Pedro Sánchez, presidente gobierno español y Carlos Mazón, presidente de la generalidad valenciana; ya que, a pesar de los informes de expertos y las recomendaciones de organismos internacionales, la planificación urbana en Valencia demostró deficiencias alarmantes. La infraestructura de drenaje se mostró incapaz de manejar la magnitud de las lluvias, lo que puso en evidencia una falta de inversión y preparación que costó vidas que ahora llora el mundo. Las advertencias no se tradujeron en medidas concretas y el resultado fue devastador.


Más allá de la tragedia ocurrida y que enluta al mundo, el impacto de estas inundaciones se sentirá a largo plazo. La economía valenciana, ya golpeada por otros factores, ha sufrido un nuevo revés. Los sectores más vulnerables económicamente, que suelen ser los más afectados, en fenómenos como el sucedido, se enfrentarán a una carga aún mayor en términos de recuperación y resiliencia. Por tanto, este espacio de mayor vulnerabilidad que se ha creado no solo perpetúa los niveles de pobreza de por sí existentes, sino que también socava la cohesión social y la estabilidad política en la nación española.


La tragedia, que tuvo lugar en Valencia, y las de todo tipo que han tenido lugar en otras poblaciones mundiales, incluida la pandemia del COVID-19, que según se estima, muy bien podrían evitarse o prevenirse y aunque hay posturas más audaces que sostienen que los desastres que está experimentando la humanidad serían provocados de manera consientes por mentes oscuras. Estos acontecimientos vengan de donde vengan, deben servir como elemento catalizador para los cambios y acciones que se requieren en el futuro próximo por parte de los responsables de la toma de decisiones público y privado y que, de no hacerlo, pondrían en serio peligro el curso de la humanidad.


Félix S. Pilay Toala

Profesor Universitario

Analista económico y político

Doctor, Economista, Magister en Administración Pública.

Presidente, RED ICALC, (Red de Investigadores Científicos de América Latina y el Caribe)

Pilayfelix071@gmail.com 

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