Los países inteligentes están compitiendo para atraer talentos

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Alfredo barriga 2

Hace treinta años que vengo pregonando la Sociedad del Conocimiento. El libro que me despertó este interés fue uno de Peter Drucker, “The Post-Capitalist Society” (1983). En él, Drucker aseveraba que estábamos transitando desde un modelo económico donde el factor más relevante es el capital (dinero y fábricas) hacia uno donde el más relevante es el talento, o capital intelectual. Estamos pasando de una economía capitalista a una economía del conocimiento. Y el nuevo “capital” es el talento, el capital intelectual.


The Economist acaba de publicar un artículo acerca de las políticas de los países ricos para atraer talento, especialmente desde los países menos ricos, lo cuales -pobres, ellos- siguen poniendo sus fichas en los recursos naturales intensivos en capital. El título del artículo es revelador: “America is sabotaging itself in the global battle for talent”. Según The Economist, estamos en medio de una batalla por atraer talento, ya que es el talento el que es capaz de crear empresas más exitosas, mayor valor, mejores sueldos, mayor PGB.


Aunque parezca increíble, teniendo Estados Unidos las mejores universidades del mundo, en las que se forman los mejores estudiantes, si estos son extranjeros lo tienen muy difícil para quedarse a trabajar en el país, por lo cual están optando por encontrar trabajo en Europa o Asia. Un estudiante de PhD indio, por brillante que sea, entre en una fila para atender a su petición de visa de trabajo. Esto, debido a que hay cupos por nacionalidad. Ese estudiante será contratado por una empresa mientras se resuelve su situación, pero tras esperar dos años sin que tenga su Visa de trabajo, se va de la empresa en busca de mejores lugares. Puede dirigirse a los Emiratos Árabes Unidos, donde tendrá Visa de Trabajo en una semana, junto con permiso para traerse a su familia e incluso a su nana.


Los inmigrantes talentosos no solo traen consigo sus capacidades intelectuales, sino una visión cultural fresca. Saben cosas que los locales no saben. Por lo tanto, en una variedad de campos, desde los negocios hasta la ciencia, es probable que sus habilidades sean inusualmente beneficiosas.


Un estudio realizado por Shai Bernstein de la Universidad de Harvard y otros encontró una forma original de medir esto. Observaron lo que les sucede a los científicos cuando un colega con el que han colaborado muere prematuramente (antes de los 60 años). Naturalmente, cualquier tragedia de este tipo hace que los científicos supervivientes sean menos productivos. Pero, curiosamente, la muerte de un colega inmigrante duele más. El número de patentes recibidas posteriormente por los científicos supervivientes se reduce casi al doble (17% frente a 9%).


“Es más probable que los inventores inmigrantes dependan de tecnologías extranjeras, colaboren con inventores extranjeros y sean citados en países extranjeros, contribuyendo así a la... difusión de ideas a través de las fronteras”, concluyen los autores. Los inmigrantes son el 14% de la población en Estados Unidos, el 16% de los inventores, y producen directamente más del 23% de la innovación, medida por patentes, citas de patentes y el valor económico de esas patentes, estiman los autores. Teniendo en cuenta cómo hacen que sus colaboradores nativos sean más productivos, son responsables de un asombroso 36% de la innovación total.


¿Qué políticas públicas tenemos para atraer talento en Chile? ¿Qué hacen nuestras Universidades? ¿Qué pasa con los talentos chilenos que emigran?


En repetidas columnas he llamado la atención de que la principal riqueza de un país es el talento de su gente. Ahora añado: y de la gente que pueda atraer de otros países. No veo en los planes estratégicos corporativos un capítulo dedicado a la atracción y retención de talentos. Respecto de la innovación, como decía el presidente Piñera, es una batalla hacia arriba, en las que hay que ir superando distintos niveles de permiso en la empresa hasta que finalmente la innovación sale al mercado. Muy pocas lo consiguen. Muchas se quedan fuera, y sus autores, frustrados. Y buscan mejores horizontes. Y ese capital intelectual, lo perdemos como país.


La solución es muy sencilla: convertir las áreas de Recursos Humanos en gestores de talentos, y a la empresa en una generadora de capital intelectual. En vez de preguntarse cual es el “core business” de la empresa pregúntense cuál es el “core knowledge” necesario para entregar valor a su mercado. Y luego pongan todo el foco en generar el capital intelectual necesario para desarrollar ese core knowledge.


Alfredo Barriga,

Profesor UDP,

Consultor en innovación y transformación digital

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