La noticia reportada por el Banco Central, de una contracción del 2,2% del Producto Interno Bruto (PIB) del Ecuador, en el segundo trimestre de 2024, ha generado preocupación entre analistas económicos, empresarios y ciudadanos. Este descenso no solo es un indicador frio de macroeconomía, sino que es un claro reflejo de la mala salud económica que enfrenta el país, lo cual se verá reflejado en el futuro inmediato en un desencadenamiento de una serie de efectos en múltiples sectores económicos y sociales.
Este revés en el crecimiento económico que enfrenta el Ecuador, es altamente significativo ya que por lo general cuando tiene lugar una contracción de este tipo en una economía de por si ya debilitada, suele estar acompañada por un aumento en el desempleo y el subempleo o empleo informal y una caída brusca en el empleo formal o empleo adecuado. Las industrias y las empresas de diferentes giros de negocios, enfrentan una disminución en la demanda de bienes y servicios y se ven obligadas a ajustar sus costos, lo que lamentablemente resulta en despidos y recortes de horas laborales.
Una contracción en la economía no solo afecta a los trabajadores directamente al ser despedidos, sino que también generar un efecto negativo en la cadena de valor en otras industrias que dependen de su consumo. Por tanto, la contracción del PIB generalmente se traduce en una reducción de la actividad económica, y esto conlleva a que las unidades productivas enfrenten una reducción en sus ingresos y. con ello, verse obligadas a reducir su plantilla laboral y es más a congelar nuevas contrataciones.
Situación como la que enfrenta el Ecuador, no solo afecta a los trabajadores que han perdido su puesto de empleo, sino que también reduce el consumo general, ya que, al existir un menor número de personas con ingresos fijos, significa menor demanda de bienes y servicios. Por tanto, el aumento del desempleo conlleva a una incertidumbre económica, por efecto de que el consumo de los hogares tiende a disminuir. Las familias, preocupadas por su estabilidad financiera, optan por ahorrar en lugar de gastar, situación que golpea a las empresas que ven bajar sus utilidades y concomitantemente, su capacidad de invertir y desarrollarse.
Las industrias y las empresas, sean estas pequeñas, medianas y grandes o quizás pequeños emprendimientos, al percibir un entorno económico incierto, suelen posponer o cancelar proyectos de inversión en el corto y mediano plazo. Esto inevitablemente conduce a una desaceleración en la innovación y el crecimiento, ya que la falta de inversión privada limita la capacidad de las empresas para mejorar su productividad y competitividad y su aporte al crecimiento de la economía nacional se ve disminuido.
Contracción en la economía como la que enfrenta el Ecuador y que alcanza el 2,2%, del PIB, afecta de forma considerable la confianza tanto de los consumidores como de empresarios. Un entorno de desconfianza se apodera del conjunto de la ciudadanía, lo que puede conducir a que se perpetúe la desaceleración económica, creando un ciclo vicioso donde la falta de confianza disminuye el gasto y la inversión, lo que a su vez frena el crecimiento.
Otro de los impactos negativos de la contracción económica es que también afecta las finanzas del sector gubernamental o finanzas públicas. Ya que esto hace que recauden menores ingresos durante el año fiscal, debido a que la caída en la actividad productiva de las empresas, pueden llevar a recortes en el gasto público, lo que a su vez afectan programas de orden social y de construcción de infraestructura. Situación como ésta, intensificará las tensiones sociales en un país como el Ecuador, que hoy enfrenta desafíos significativos, con altos niveles de pobreza.
En el entorno gubernamental y en el grueso de la población muy poco se ha dicho de la caída en el PIB del 2,2 %, algunos sostienen que no hay que alarmarse ya que apenas es un pequeño porcentaje, pero, a decir verdad, este porcentaje en una economía pequeña como la de Ecuador es muy significativa, si consideramos que el PIB anual en 2023 fue de 118. 845 millones de dólares, por tanto, el 2,2%, significa que alcanza los 2.615 millones de dólares. La situación se vuelve más alarmante cuando se conoce que el “Plan Anual de Inversiones” (PAI) del Estado ecuatoriano asciende a 1.732 millones de dólares, cifra muy inferior a lo que perdió el país en el segundo trimestre, con la caída del PIB.
Varios de mis lectores se preguntarán ¿qué es el Plan Anual de Inversiones? En realidad, es un plan que establece el monto que en el Plan Nacional de Desarrollo se destina al sector social, seguridad y desarrollo económico de toda la nación. En pocas palabras, es la “inversión pública”, que implica, el conjunto de gastos y transacciones que son realizados con fondos públicos para aumentar la riqueza y desarrollo en todos los órdenes del Estado. A su vez, una eficiente inversión pública, reduciría significativamente la pobreza y las desigualdades sociales y potenciaría el desarrollo productivo y tecnológico.
En situaciones como estas, las políticas económicas que se recomiendan son: Implementar una política fiscal expansiva, que implica, aumento del gasto público, mediante la creación de subsidios, comprimir la recaudación fiscal, mediante baja de los impuestos, caso Ecuador, bajar el IVA del 15 al 12%, reducción de las tasas de interés, para el consumo y la producción, por lo menos, entre 8 y 9%, con lo cual, se dinamiza el consumo, se estimula la inversión privada y se asegura un crecimiento económico y se evita al final del 2024 tener un PIB con crecimiento negativo.
La contracción del PIB de Ecuador, lo direcciona peligrosamente a la depresión económica, una vez que, según el Banco Central, en su informe de Julio de 2024, el país había entrado en un proceso de recesión económica. Si bien aún no se puede tener la certeza de estar en una depresión, es un potente aviso que la economía requiere atención inmediata para combatir la recesión prolongada. No hacerlo, masificaría el desempleo, comprimiría aún más el consumo, retraería la inversión, por tanto, es urgente un trabajo mancomunado entre el gobierno y el sector privado para mitigar la crisis y avanzar hacia una recuperación sostenible.
Félix S. Pilay Toala
Profesor Universitario
Analista económico y político
Doctor, Economista, Magister en Administración Pública.
Presidente, RED ICALC, (Red de Investigadores Científicos de América Latina y el Caribe)
Pilayfelix071@gmail.com