Comienza el mes de octubre, y nos encontramos a días de que se cumpla un año del feroz ataque que las milicias musulmanas de Hamas realizasen incursionando en el territorio de Israel, matando y raptando a militares y civiles, lo que condujo a la guerra declarada por el Estado de Israel contra el mencionado grupo musulmán en territorios de la franja de Gaza.
En este año de conflicto hemos sido testigos de cómo la cifra de heridos, fallecidos y desaparecidos se incrementa a diario, como también, de cómo otros grupos islámicos, apoyados por Irán, tanto financieramente como con equipo militar, han entrado en acción, ampliando los alcances del conflicto como también, arrastrando a los países desde donde operan.
Desde el lejano Yemen, a contar del mismo mes de octubre del año pasado, los rebeldes hutis no solo mostraron su capacidad de lanzar ataques con drones y misiles balísticos sobre el territorio de Israel, sino que también, de afectar el tráfico de naves por el mar Rojo, importante vía de transporte marítimo entre Oriente y Asia, rumbo a Europa, con las consecuencias y efectos en el flujo de hidrocarburos y bienes entre las citadas áreas geográficas.
En fecha parecida, la Jihad Islámica, grupo rebelde que opera en Siria, Irak e Irán, también se sumó a las acciones en contra de Israel, empleando para estos efectos drones kamikaze y misiles de crucero aportados por Irán, teniendo su máxima expresión durante el ataque masivo que realizará Irán y sus asociados contra Israel el pasado mes de abril.
Finalmente, desde el Líbano, el grupo Hezbolah, apoyado por Irán, que iniciara acciones sobre Israel también desde octubre del año pasado, fue incrementando su actuar en forma sostenida con ataques con diferentes tipos de armas sobre el norte del territorio israelí. El pasado mes de septiembre las acciones tuvieron un giro, en que Israel pasó a la ofensiva a través de acciones de sabotaje a equipos electrónicos empleados por la cúpula del mencionado grupo islámico y numerosos de sus militantes, logrando neutralizarlos.
La suma de las acciones, que se han sucedido en forma incremental, nos muestra la estrategia que cada bando estaría siguiendo para lograr sus objetivos en este largo conflicto.
Por el lado de Israel, que tanto contra Hamás como ahora contra Hezbolah, ha declarado que continuará hasta alcanzar el objetivo de desmantelar su capacidad operativa y de ofender tanto al territorio de Israel como a sus habitantes, como también, el de recuperar a los rehenes que aún se encuentran en poder de Hamás. Lo anterior, en ambos casos, ha requerido penetrar con fuerzas terrestres, tanto en la franja de Gaza como ahora en territorio del sur de El Líbano, fundamentado en la forma en que actúan los citados grupos islámicos, empleando infraestructura al interior de la localidades para esconder posiciones de lanzamiento de misiles como también para el almacenamiento de munición, sin tener respeto alguno por los civiles, los que en muchos casos, desconocen absolutamente de los riesgos que viven al tener este tipo de armamento adyacentes a sus viviendas.
Por otro lado, Irán, se mantuvo actuando desde la distancia empleando los grupos que le son afín, los que, bajo el amparo de una mirada y aproximación religiosa, actúan en su nombre, mientras desde Teherán, hábilmente solo se mantenía moviendo las piezas de esta partida de ajedrez. Sin embargo, a la luz de los eventos ocurridos las últimas semanas en que Israel descabezó a Hezbolah y el pasado lunes efectuara ataques aéreos sobre infraestructura crítica de los hutis en Yemen, la presión sobre Irán para actuar en apoyo de estos grupos se incrementó. El día de ayer, finalmente, Irán actuó, realizando un ataque masivo de misiles balísticos sobre todo el territorio de Israel, estimándose alrededor de 200, basándose en la experiencia del ataque de abril; sin embargo, las defensas de Israel fueron capaces de neutralizar.
A la pregunta planteada en el título de esta columna, estimo que una respuesta parcial sería que sí. Si, en el sentido que finalmente Irán ha dejado de emplear agrupaciones pantalla y ha efectuado ataques directamente sobre Israel. La interrogante que queda planteada es cómo será la reacción de Israel, por un lado, y del mundo por otro.
Desde la perspectiva israelí, como pienso que sería para cualquier nación soberana, el recibir un ataque de esa cantidad de misiles sería un “casus belli” (caso de guerra), por lo que no debiera asombrar que el Estado de Israel ejecutase acciones militares contra Irán, en particular, considerando este ataque se sabría que en algún minuto se produciría. La intensidad de la reacción es la gran interrogante.
Sin embargo, el mundo también debiera estar pendiente a lo que resolverá la Organización de Naciones Unidas, que el día de hoy ha citado a una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad. En esta situación, la capacidad de este organismo de mantener el buen orden mundial, que es la esencia de su existencia, se encuentra en juego, por cuanto veremos si condena las acciones arbitrarias de un estado de actuar militarmente contra otro u alguna otra acción, sanción o, simplemente, inacción.
Desde la distancia seguimos estos acontecimientos; sin embargo, cualquiera sea el rumbo que tomen los eventos, de alguna forma, tendrá efectos sobre nuestro país y/o nuestra economía, como ya hemos sido testigos respecto del actuar de los hutis en el mar Rojo e, indudablemente, el involucramiento de Irán en un conflicto, considerando el impacto que tendría sus exportaciones de petróleo en la ecuación del costo de este combustible a nivel mundial, a pesar de las restricciones de exportación tiene hacia destinos de occidente. En definitiva, nuestro país, con su economía abierta, deberá seguir con atención estos acontecimientos y de esta forma poder prever el potencial impacto del curso que sigan.
Leonardo Quijarro S.
Profesor Residente Academia de Guerra Naval
Docente Investigador del Centro de Estudios Navales y Marítimos (CENAM)