La entrada en vigor de la Ley Karin ha generado un revuelo considerable en el ecosistema empresarial chileno. Mientras que las medianas y grandes empresas han comenzado a adaptar sus prácticas a la nueva normativa, los negocios tradicionales y emprendedores enfrentan un desafío significativo, debido a la falta de recursos e información necesarios para cumplir con las nuevas disposiciones. Esto podría resultar en sanciones o dificultades legales que pongan en riesgo la viabilidad de sus negocios, un impacto que algunos podrían estar subestimando.
Al respecto, uno de los aspectos más innovadores de la Ley Karin es la incorporación del concepto de "violencia en el trabajo", que extiende las responsabilidades del empleador más allá de sus empleados directos. Esto implica que quienes trabajan en un lugar, ya sea como pasantes, freelancers o subcontratados, también están protegidos por esta normativa. La ley les garantiza el derecho a un ambiente laboral libre de acoso y violencia, permitiéndoles iniciar procesos legales si se ven afectados.
En un contexto caracterizado por altas tasas de informalidad laboral, donde según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa de ocupación informal para el trimestre abril-junio alcanzó el 28,2%, esta ley representa un reto significativo para los emprendedores. No solo deben asegurar la protección de sus empleados, sino también de cualquier persona que preste servicios para su negocio, asegurando un entorno libre de acoso y violencia.
Consideremos, por ejemplo, el caso de un emprendedor que subcontrata servicios de delivery. Bajo esta nueva legislación, el emprendedor no puede desentenderse de la protección laboral de estos trabajadores, aunque no sean empleados directos. La ley les otorga a estas personas el derecho a trabajar en un ambiente libre de acoso y violencia, y en caso de que se vean afectados, pueden iniciar un proceso legal. Esto incluye a pasantes, freelancers y cualquier otra persona que, sin importar la relación contractual, esté presente en el lugar de trabajo.
La Ley Karin no sólo representa un desafío significativo, sino también una oportunidad crucial para que los emprendedores implementen un Due Diligence riguroso en sus prácticas laborales. Este proceso permitirá identificar posibles riesgos y adoptar medidas preventivas para garantizar que todos los colaboradores, directos o indirectos, trabajan en un ambiente seguro y respetuoso. Al hacerlo, los emprendedores no solo cumplen con la ley, sino que también fortalecen la reputación y sostenibilidad de sus negocios.
Para que esto sea posible, es esencial que los emprendedores reciban la orientación y el apoyo necesarios. Es vital que se realicen esfuerzos concertados para educar a este sector sobre los nuevos requisitos y las mejores prácticas a implementar. Solo con la correcta comprensión y aplicación de la Ley Karin, los emprendedores podrán transformar este desafío en una oportunidad para mejorar sus prácticas laborales y contribuir al desarrollo de un entorno de trabajo más justo y equitativo para todos.
La Ley Karin es un recordatorio de que, en un mercado laboral dinámico y cada vez más diverso, la protección y el respeto deben ser principios fundamentales. Para los emprendedores, adaptarse a esta nueva realidad no solo evitará problemas legales, sino que también les permitirá construir negocios más sólidos y sostenibles, basados en el respeto mutuo y la justicia.
Pri Bruna,
CEO Bailab.IA