Ha estado dinámica la agenda legislativa-económica del Gobierno en las últimas semanas, estando ya publicada la ley que crea un impuesto sustitutivo a los impuestos finales, hay avances en la ley de cumplimiento tributario y se ha anunciado que antes de septiembre se ingresará al Congreso una nueva reforma tributaria del Impuesto a la Renta.
¿Qué traerá ese anunciado proyecto? No hay certeza, sino muchas suposiciones que aluden al hecho que se insistirá en la premisa de que es necesario dotar al Estado de más recursos para solucionar las demandas sociales, lo cual se lograría con un aumento en la carga de los “altos patrimonios”.
¿Será oportuno ese estilo de legislación tributaria? Creo que no, porque no están dadas las condiciones para aplicar políticas que buscan una mayor recaudación.
De acuerdo con lo que demuestra la evidencia empírica, solo es pertinente un aumento en la carga tributaria cuando los agentes económicos tienen certeza y una rentabilidad en sus inversiones, que les satisfaga y motive a mantener sus capitales en nuestra economía.
Ese escenario no es el que estamos viviendo. Si bien es cierto que han mejorado los índices, el tímido repunte en la variación del PIB sería ahogarlo con una mayor carga tributaria, como también se verá afectado por la inflación que, pese que ha disminuido (porque ya no podía aumentar más), perfectamente puede aumentar con el efecto que generará en varias cadenas productivas, el incremento en las tarifas de la energía eléctrica. Esto ya fue anunciado por el mismo ministro de Agricultura, pese a que el ministro de Hacienda morigeró los efectos y los limitó a un corto plazo.
También hay una inercia en la inversión en distintos sectores, como ocurre en la industria forestal, donde solo hay una empresa, Maderas Arauco, ha anunciado un incremento de 100 millones de dólares en futuras inversiones.
La confianza de los consumidores aumentó en junio, pero prontamente bajará con el incremento de las tarifas eléctricas y otras alzas, lo que presionará los temores que tienen de perder sus puestos de trabajo.
Hay mercados que están totalmente deprimidos, como el de automóviles nuevos, el cual ha tenido una baja del 10,5% de ventas en los últimos meses.
Es importante entender que este mercado es un índice del nivel de consumo y bienestar de la población, porque si hay liquidez y confianza en el futuro, nos entusiasmamos a cambiar el vehículo cada año para presumir con nuestros amigos al pasear en un último modelo. Pero cuando la liquidez es baja y debemos el empleo, nos vemos obligados a mantener el cacharrito y seguir paseando en él por uno o dos años más.
Y esto no queda ahí, el problema de las alzas de las tarifas eléctricas ha generado problemas para la autoridad, quien ha señalado que se aplicarán incrementos selectivos, aumentando más en los grandes consumidores como las empresas mineras, a quienes se les incrementará en mayor grado que a la población para poder recolectar de sus ingresos, los recursos para pagar la deuda contraída con las empresas eléctricas cuando se les obligó a congelar sus tarifas. Esta “solidaridad obligada” generará mayores gastos a la industria minera, lo que, junto con el royalty y otros temas especiales, la harán poco atractiva para los actuales inversionistas, como también para los futuros que pudieran ingresar a este sector.
Todo esto ha generado un debilitamiento de nuestra economía que ya está redundando en una merma en los ingresos fiscales, tal como lo ha señalado el Servicio de Impuestos Internos al acusar una baja en la recaudación, no por temas de evasión o elusión, cuantía que aún no ha podido cuantificar, sino simplemente, por la baja en el crecimiento del país.
Este escenario me permite concluir que no es el momento de ingresar antes de septiembre, ni después de ese mes, un proyecto de ley que tenga considerado aumentar la carga tributaria de altos, medios o bajos patrimonios (no olvidemos que también se está barajando disminuir el tramo exento de los impuestos personales para aumentar el nivel de contribuyentes), porque las condiciones económicas del país, no lo hacen recomendable.
Es por eso que aún no está listo el horno para estos bollos tributarios.
Prof. Germán R. Pinto Perry,
Director Programas de Especialización Tributaria,
Centro de Investigación y Estudios Tributaros NRC,
Representante USACH en FESIT,
Universidad de Santiago