El compliance, antes considerado un requisito legal, ahora se ha convertido en un elemento vital para la estrategia empresarial en diversos sectores. Normativas recientes, como la Ley de Delitos Económicos y la Ley de Ciberseguridad, están impulsando la adopción de prácticas más rigurosas en las empresas. Estas regulaciones imponen sanciones más severas para delitos económicos y exigen la implementación de programas de cumplimiento efectivos.
Las organizaciones deben identificar, evaluar y mitigar los riesgos asociados a sus actividades comerciales, estableciendo controles internos y fomentando una cultura de integridad. Con el aumento de las amenazas informáticas, la Ley de Ciberseguridad obliga a las empresas a proteger sus sistemas y datos, implementando medidas de seguridad robustas y capacitando a empleados en este tema.
Además, la Ley de Inteligencia Artificial regula el uso ético y transparente de esta tecnología, exigiendo la evaluación de riesgos y la protección de datos personales. Por último, la Ley Karin promueve la responsabilidad social empresarial y la transparencia en la gestión, estableciendo protocolos obligatorios de prevención del acoso.
Las empresas reguladas, especialmente las del sector financiero, han sido pioneras en implementar modelos de compliance, estableciendo procedimientos rigurosos para prevenir el lavado de activos y la financiación del terrorismo, cumpliendo con normativas tanto nacionales como internacionales.
El desarrollo de modelos de compliance en estas empresas ha preparado el camino para que nuevas compañías adopten estos lineamientos. Empresas de diversos sectores ahora tienen acceso a prácticas y estándares que pueden replicar para fortalecer su cultura organizacional. Este fenómeno no solo mejora la gestión interna, sino que también aumenta la confianza de inversionistas, clientes, colaboradores y contrapartes.
Un ejemplo claro es una startup tecnológica regional que implementó un programa de compliance inspirado en los modelos utilizados por bancos y aseguradoras. Este programa incluyó la creación de políticas de ética empresarial, la capacitación de empleados en ciberseguridad y la adopción de sistemas de monitoreo para detectar actividades sospechosas.
Las empresas que cotizan en bolsa tienen estándares de gobierno corporativo que sirven de modelo para otras compañías. Estas entidades deben cumplir con requisitos estrictos de transparencia, auditoría y responsabilidad social. Imaginemos una PyME del sector manufacturero que decide adoptar prácticas de gobierno corporativo inspiradas en una empresa cotizada en bolsa. Al adoptar estas medidas, no solo está mejora su capacidad de cumplir con las normativas vigentes, sino que también refuerza su reputación como una empresa confiable y responsable.
El compliance ha dejado de ser un tema exclusivo de las empresas reguladas para convertirse en una necesidad transversal a todos los sectores. Las empresas pioneras en este ámbito han preparado el camino para que otras puedan seguir sus pasos, adoptando prácticas que fortalezcan su cultura organizacional y cumplan con las nuevas leyes.
José Ignacio Camus,
Founder Partner Admiral Compliance