La ruta de la seda en el nuevo mundo

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Felix Pilay


La denominada “Ruta de la Seda”, es un ambicioso proyecto global de infraestructura impulsado por el gigante asiático, tiene como objetivo retomar las antiguas rutas comerciales que conectaban Asia con Europa y África. Sin embargo, en los últimos años, este concepto ha evolucionado para abarcar no solo estas regiones, sino también recorrer América Latina y el Caribe. Esta expansión ha sido facilitada en gran medida por los tratados de libre comercio (TLC) y los acuerdos comerciales entre China y los países latinoamericanos y caribeños, que han allanado el camino para la cooperación económica y comercial.


En un mundo que cada vez está más interconectado, las relaciones comerciales entre China, América Latina y el Caribe han ganado un protagonismo notable en las últimas décadas. La convergencia económica y comercial ha sido impulsada por una serie de acuerdos comerciales que han fortalecido los lazos entre ambas regiones que buscan promover un desarrollo mutuo. Sin embargo, para comprender completamente esta dinámica, es crucial analizarla en el contexto más amplio y objetivo de lo que implica la ambiciosa iniciativa de la Ruta de la Seda.


Los aspectos que se destacan de estos acuerdos bilaterales es el comercio de materias primas. América Latina es rica en recursos naturales, desde minerales hasta productos agrícolas y siempre ha destacado como exportador de materias primas y consumidor de productos terminados o industrializados, lo cual ha bloqueado su desarrollo. Esto sin duda favorece a China. por tanto, los acuerdos comerciales establecidos permitirán a China acceder a estos recursos de manera más eficiente, mientras que América Latina se beneficia de la invasión de productos terminados del cual China, tiene excedente.


Además de la compra de materias primas, los acuerdos comerciales también han fomentado el desembolso de ingentes créditos que han sido destinados para la inversión en el continente en la construcción de puertos, aeropuertos, centrales eléctricas, carreteras, puentes y hasta la instalación de plantas manufactureras, incluyendo mano de obra, profesionales y técnicos chinos. En este contexto, el país asiático durante las últimas décadas ha entregado en créditos reembolsables miles de millones de dólares en la región.


Sin embargo, estos tratados comerciales no están exentos de críticas. Pues se sostiene que China estaría utilizando su poder e influencia económica para obtener ventajas políticas en la región, y con ello, socavar la soberanía de los países que se integran. Además, existe una creciente preocupación por el impacto ambiental por la invasión de productos a los mercados de la región y de algunos proyectos de infraestructura que han sido respaldados por China, que podrían tener consecuencias negativas a largo plazo para el medio ambiente y las comunidades involucradas.


Para citar un caso, en Ecuador, la central hidroeléctrica “Coca Codo Sinclair”, que fuera inaugurada en 2016, construida con capital y técnicos chinos, a un costo aproximado de 3.300 millones de dólares y que hasta 2022 presentaba al menos 17.499 fisuras, aparte de la peligrosa y constante erosión rio arriba del caudaloso rio Coca, lo cual, de no tomarse los correctivos emergentes podría colapsar y poner en enorme peligro a la población y al medio ambiente.


Muy a pesar de estas preocupaciones, los tratados comerciales entre China, América Latina y el Caribe siguen avanzando, impulsados por la ilusión de beneficios mancomunados. A medida que la Ruta de la Seda se extiende hacia el Nuevo Mundo, se espera que la cooperación económica entre China y el continente continúe creciendo en los próximos años. Sin embargo, sería crucial para las naciones involucradas en esta cooperación que se base en principios de transparencia, sostenibilidad y respeto mutuo y con ello garantizar que el beneficio sea equitativo para las sociedades involucradas.


En el camino trazado por la Ruta de la Seda, para el nuevo mundo, las rivalidades entre Estado Unidos y el gigante asiático se profundizan. La China mientras tanto toma ventaja, al momento ya ha consolidado su presencia en la región con lo cual reafirma su papel principal de actor global indiscutible en el nuevo orden mundial, luego de haber firmado Tratado de Libre Comercio con Chile en 2005, Perú en 2010, Costa Rica en 2010 y Ecuador en 2023 y empezó a operar a inicio de mayo de 2024.


En este camino, se evidencia además que la China ya ha firmado Acuerdos Comerciales con otros países de la región en donde destacan el memorando de entendimiento para fortalecer la cooperación en varios sectores de la economía, firmado con Argentina en 2014. Con Brasil, en 2018, firmaron un acuerdo para promover el comercio bilateral y la cooperación, lo cual a convertido a la China en su primer socio comercial.


China en su lógica expansionista de la Ruta de la Seda, ha establecido una robusta relación con Uruguay, en 2016, firmaron un acuerdo marco que sienta las bases para futuras negociaciones de un TLC. Si bien hasta el momento este acuerdo aún no ha sido implementado, demuestra claras intenciones de ambos países en fortalecer sus relaciones comerciales y explorar nuevas oportunidades de cooperación. En este camino se encuentra también México que, si bien no ha firmado un acuerdo de libre comercio aún, desde hace algún tiempo ambas naciones han establecido una sólida relación comercial, lo que ha convertido al país asiático en su segundo mayor socio comercial.


Como se observa, ya son varios los países de América Latina y el Caribe que hasta lo que va de 2023, ya han firmado Tratados de Libre Comercio (TLC) y acuerdos comerciales o están en camino de involucrarse con China y de igual manera esta corriente de la Ruta de la Seda, se ha intensificado en otras regiones del planeta, lo que está permitiendo según se ha dicho, fortalecer relaciones comerciales entre China y estas naciones.


Frente a este escenario, la ciudadanía de los países involucrados, esperan que no suceda tal como sostienen algunos expertos en geopolítica, que la Ruta de la Seda, es una nueva forma de bandidaje colonial, en donde los industriales nacionales dejen de producir y muy pronto se transformen en simples comerciantes de los productos chinos. hay que encender la alerta a nuestros gobernantes. No se debe perder de vista lo que sostiene la teoría económica, que la riqueza de las naciones se genera en la producción y no en la comercialización.


Félix S. Pilay Toala

Profesor Universitario

Analista económico y político

Doctor, Economista, Magister en Administración Pública.

 Presidente, RED ICALC, (Red de Investigadores Científicos de América Latina y el Caribe)


Pilayfelix071@gmail.com


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