¡Viva la libertad..!

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Luis Riveros

Según las estimaciones de diversos agentes e instituciones observadoras de la situación económica, para Argentina se espera una caída del PIB en poco más de 2% en 2023 y también en el año siguiente. Esta estimación está en línea con lo estimado por la CEPAL, la OECD y el Fondo Monetario. Por cierto, estas cifras significarán un ahondamiento de la pobreza que ya alcanza a más del 40% de la población, una cifra simplemente inaceptable en un país con los recursos y la historia económica de Argentina. En materia de inflación se está esperando una tasa anual de más de 180%!!, mientras que esa cifra desciende un poco hasta un nivel de 157% el año 2024. Esto está en línea con un déficit fiscal que este año se proyecta a un poco menos de 5% del producto, y que en el fondo es la causa fundamental del exceso de gasto que lleva a esa enorme tasa de inflación, además del alto endeudamiento fiscal. Alta inflación y caída del producto se asocia a un aumento del desempleo, que es corroborado por un significativo descenso en la inversión como producto de las expectativas que el curso de la economía levanta para los posibles proyectos. Este sombrío panorama tiene su natural reflejo en los resultados de las últimas elecciones, sobretodo considerando que el derrotado fue, precisamente, el ministro de economía: justa o injustamente, el resultado en comento se atribuye a su gestión y la del gobierno, que no adoptó medidas para reencauzar el destino de la economía argentina.


No es cosa fácil. Todos saben que un posible ajuste implica una drástica reducción del gasto público, lo cual significa recortar empleo y salarios y también reducir la aparentemente significativa carga en materia de subsidios y transferencias. Esto también significa atender el déficit operacional de las empresas del Estado y su nivel de ineficiencia. No hacer ese ajuste, implica mantener una situación de por sí insostenible, en medio de un alto nivel de endeudamiento del país en consonancia con su débil economía. Ciertamente, el ajuste que se podría llevar a cabo en términos convencionales, significará un alto nivel de resistencia, especialmente de trabajadores del sector público, de organizaciones sindicales y de todo aquél mundo de eventuales beneficiarios de las políticas expansivas en materia de gasto público. El peronismo, que no ha trepidado en auspiciar el mantenimiento de la insostenible situación de la economía, es el partido con mayor ascendiente en materia sindical. Por ello, se ha visto también encerrado en la lógica del “más de lo mismo” con los resultados que se describen.


El triunfo de Milei era esperado como resultado de la situación prevaleciente. Es realmente insólito que el país que fuera uno de los más ricos del mundo y una verdadera potencia económica a nivel mundial, arrastre una situación como la que describen las cifras. Especialmente con la existencia de una pobreza que no resulta éticamente admisible en función de su historia. El pueblo argentino vive una profunda decepción con la política y los discursos tradicionales que no enfrentan el problema de fondo. Una decepción que proviene de estar experimentando una declinación sostenida respecto de una historia de riqueza y expansión. Posiblemente la gente no ha estudiado indicadores ni predicciones financieras y económicas: pero le basta sufrir las consecuencias avasalladoras del mal manejo económico, como también del mal manejo político que se ha venido experimentando por años, y que ha alejado una solución capaz de reponer justicia a la vez que eficiencia en materia de la gestión pública. Un pueblo desengañado de las fórmulas tradicionales, que han traído al país a este estado de verdadera catástrofe.


La elección de Milei es consecuencia de dos factores importantes. El primero es, ciertamente, la dramática situación en que se encuentra el país y que no permite sino tener expectativas muy malas sobre el futuro. Pero, además, es consecuencia de la decepción con la política y los partidos tradicionales, que no han ofrecido un camino de salida frente al drama diario que vive el pueblo argentino. La cuestión es si acaso el nuevo presidente tendrá el coraje y la visión para enfrentar la situación existente. Ciertamente el panorama es muy complejo, y tendrá que tener una decisión muy clara sobre los objetivos a conseguir y los instrumentos a utilizar. Se dice que es una persona impetuosa y de carácter impredecible, pero no debe minimizarse su capacidad de diagnóstico sobre los objetivos claves a conseguir y los instrumentos que debe utilizar. Para él será imprescindible conservar un grado de realismo y pragmatismo en función de los resultados.


Viva la libertad..! fue su lema de batalla. Todos debemos esperar que pueda efectivamente defender este caro principio sobre la base de restaurar un camino con equidad y eficiencia hacia el futuro que ciertamente se merece ese gran país.


Prof. Luis A. Riveros

Universidad Central

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