Cerraron la puerta a la reforma tributaria

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Germau0301n Pinto


Mal ha sido el desarrollo realizado para gestar una nueva reforma tributaria, pese a la declaración de buenas intenciones manifestadas al inicio de éste.


En mi opinión, de nada han servido los diálogos sociales transversales, las negociaciones (no sé qué hay que negociar) y la búsqueda de un pacto tributario que luego pasó a ser fiscal (¿se entiende la diferencia entre uno y otro término?)


Creo que el gran pecado en este proceso ha sido la falta de transparencia en las verdaderas motivaciones y objetivos buscados por los gestores de las ideas legislativas tributarias, pues nunca se ha sincerado si el objetivo es simplemente aumentar la recaudación o solucionar los problemas sociales.


Pese a esa falta de declaración, se han ventilado posiciones que solicitan el incentivo al crecimiento y al ahorro, pues estamos en una situación de recesión y necesitamos reactivar la economía, máxime si Chile será el único país de Sudamérica que no crecerá este año. Esto es lapidario dado que la evidencia empírica ha demostrado que no es eficiente aumentar la carga impositiva en estas circunstancias, pues desincentiva la inversión.


Lo anterior solo tiene cabida cuando existe la convicción doctrinaria que existen recursos empozados o mañosamente cautivos y que egoístamente se acopian, con un explícito interés en perjudicar a los más débiles. En otras palabras, es “querer suprimir una propiedad que tiene como condición necesaria la carencia de propiedad de la aplastante mayoría de la sociedad”.


Para lograr el diálogo o negociación se ha insistido el discutir en qué se gastarán los fondos, “pactando” una jerarquización de sus destinos. En este punto la autoridad ha caído en un error, porque en los Diálogos para un Pacto Fiscal que se realizaron en abril se dejó de manifiesto que el gran destino sería la educación, pero en la cuenta pública, el presidente, a parte de no mencionarla, introdujo dos destinos que nunca se habían mencionado: la condonación del CAE y el pago de la “deuda histórica” a los profesores. Lo dramático de esto, es que ambos conceptos rompían todos los presupuestos anteriores, pues consumían la mayor recaudación que inicialmente se había pensado lograr con la reforma tributaria frustrada en marzo.


Tal vez en un esfuerzo desesperado para lograr sus objetivos, la autoridad comenzó a declara que el hecho de negarse a una reforma tributaria en los términos que el ministerio de Hacienda había ideado (con impuesto al patrimonio, a las utilidades retenidas, etc) era dar la espalda a las necesidades sociales.


Esta estrategia no es nueva, pues hace 20 años atrás, el presidente Ricardo Lagos también señaló lo mismo cuando la Cámara Baja rechazó la idea de legislar el proyecto de royalty minero (¿suena conocido esto?). Es esa oportunidad, el otrora presidente señaló que había sido “un mal día para Chile” cuando se rechazó la iniciativa y que “quienes lo han rechazado le deben una explicación a los chilenos”.


El talante demostrado por el ministro de Hacienda ha estado en línea con la tradición argumentativa para las iniciativas tributarias, pero, en mi opinión, en esta ocasión ha llegado a límites preocupantes, pues hace una semana señaló en una entrevista televisada a todo el país que, de no aprobarse su proyecto de ley, se corre el riesgo a revivir un nuevo estallido social. Sin duda que esta declaración fue de tal magnitud desfavorable que algunos sectores la tildaron de chantaje, hecho inaceptable en una sociedad seria, como siempre nos hemos pavoneado.


Fue tal el desaguisado del ministro que tuvo que retractarse de sus dichos, lo cual no evitó que las asociaciones gremiales de grandes empresarios cerraran la puerta a estas negociaciones y que esperaban que la discusión se diera en el Congreso, trabajando sobre un texto claro y definido. Así también, la semana pasada fueron las agrupaciones de pymes quienes se cuadraron con la CPC y piden priorizar eficiencia e incentivos al crecimiento por sobre alzas de impuestos.


De esta forma, solo quedan dos alternativas para el futuro de la reforma: insistir en el Senado el mismo texto rechazado por la Cámara Baja, siguiendo el exitoso derrotero del royalty minero de hace 20 años, o presentar otro proyecto en marzo.


En mi modesta opinión, creo que el ministro tiene una tercera estrategia, presentando varios proyectos que aborden separadamente las temáticas de elusión, eficiencia fiscal, incentivo a la inversión y el ahorro y mayor carga tributaria. Serían proyectos independientes, pero coherentes entre sí. Esto podría introducir en la discusión parlamentaria (y dejar de lado tanto diálogo nimio) distintas herramientas que busquen el tan anhelado fin que todos esperamos: la solución o, por lo menos mitigación, de los problemas sociales que no pueden esperar el término de un periplo político que se extiende por conversaciones con sectores que tienen indirectamente injerencia en las políticas públicas, y que no garantizan un fluido trámite legislativo.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios Tributarios NRC

Universidad de Santiago

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