Quo Vadis Chile

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La inversión extranjera es uno de los factores que ayudan al crecimiento de un país, permitiendo el ingreso de capitales que realicen proyectos que aumenta la productividad nacional. De esta forma, grandes inversionistas de países desarrollados evalúen las distintas economías considerando su estabilidad política, proyecciones de crecimiento y proyectos de inversión que sus gobiernos ofrecen.


En nuestro caso, la estabilidad política ha sido un tema que ha preocupado a los inversores extranjeros, dado los acontecimientos luego de la revolución de octubre de 2019, las reformas tributarias que hemos implementado y, lo más sensible, el proceso constituyente desarrollado a contar de noviembre de 2019.


Tal como señaló Joseph de Maistre, “cada pueblo o nación tiene un gobierno que merece” siendo éste el espejo de quienes votaron por él. Si un país tiene un gobierno de izquierda, es señal que campean las políticas de economía centralizada y concentración estatal de los factores productivos. En este caso, los inversionistas se encontrarán con un país en donde el Estado estará interesado en participar mayoritariamente en los proyectos de inversión que realizan y solicitará un porcentaje importante de las ganancias de cada proyecto. Si, por el contrario, el talante político está centrado en la libertad económica, un estado reducido y una amplitud para invertir y lucrar en distintos rubros, los inversionistas tendrán un abanico de alternativas de inversión sin restricciones que limiten sus estrategias para maximizar sus utilidades.


¿Qué señal da Chile en esta materia?

Sin duda que, tal como señaló el presidente de la República en su discurso de anoche luego de los resultados del proceso eleccionario de los consejeros constituyentes 2.0 que vivimos, hemos experimentado un péndulo que nos ha llevado desde un proyecto de constitución que potenciaba al estado en todas las dimensiones sociales, a un nuevo consejo cuyos principales integrantes han señalado su oposición a este ejercicio constitucional.


En efecto, en el plebiscito de entrada del año 2020 la opción “apruebo” tuvo un 77,9% por sobre el 21,6% del rechazo respecto de comenzar un proceso constituyente que modificara la actual constitución que tiene un corte liberal. En la segunda vuelta presidencial del mismo año, el otrora candidato Gabriel Boric obtuvo un 55,2% con su programa de gobierno con un énfasis en el protagonismo estatal evidente, comulgando totalmente con las fuerzas políticas que hacían escuchar con vehemencia sus voces, alegando las desigualdades y falta de dignidad hacia la población.


En esos tiempos, un observador externo podría asumir que Chile estaba viviendo un cambio revolucionario que estaba estremeciendo las bases institucionales y estructurales del país, hecho que fue muy preocupante para la inversión extranjera, la cual tomó distancia y retrasó sus proyectos hasta que se visualizara claramente el destino que eligiera el país. Sin embargo, a la luz de las cifras electorales esos meses, era evidente colegir que el horizonte iba hacia un sistema donde las ayudas sociales garantizadas a nivel estatal y un estado empresario, eran el interés predominante de la población.


Pero las cosas cambiaron cuando se sometió al escrutinio popular la propuesta de constitución en septiembre de 2022, la cual fue rechazada por el 62% de los votantes, cerrando la puerta con los cambios y refundación del país, dando la idea que tales transformaciones sociales no iban por el camino correcto.


Tal como señala el español Antoni Gutiérrez-Rubí, la izquierda describió la realidad social de los países sudamericano desde “la atalaya de la arrogancia intelectual y la superioridad moral” que inhibió a aquellos sectores que no compartían su diagnóstico a manifestar su opinión, hasta llegar a un punto que, tal vez por el peso de la realidad - parafraseando a Margaret Thatcher - fue necesario impedir tal avance y rechazar las propuestas de cambios radicales.


Ante tal frustrante respuesta del “4S”, el gobierno, tal vez sufriendo el síndrome de disonancia cognitiva, releyó el 77,9% del 2020 y comenzó otro derrotero constitucional, llamando a la formación de una nueva convención, ahora llamada consejo, pero con la misma misión: obtener una constitución ideada, escrita y aprobada en democracia. Es así cuando llegamos a este 7 de mayo de 2023 donde nuevamente la población se manifestó para nombrar a aquellas personas que, según sus atributos y posiciones políticas, deberían escribir nuestra carga magna que será espejo de nuestro pueblo y, por ende, una clara y potente señal para los inversionistas extranjeros.


Pues bien, parece que aún no cambia de dirección el péndulo del presidente y nuevamente hubo una aplastante mayoría, un 79% aproximadamente, que votó por aquellos candidatos que no querían los cambios estatistas votados el “4S”. Esto es curioso porque el porcentaje del 2022 aumentó, es decir, no es que se repitió el porcentaje del rechazo de la propuesta de constitución del año pasado, sino que el electorado aumentó, dejando, incluso, sin representación al Partido de la Gente que había sido la “niña bonita” de las elecciones presidenciales del 2021, como tampoco a candidatos de partidos históricos como la DC, el PPD y el Partido Radical.


Como un antecedente adicional, puedo señalar el rechazo a la idea de legislar el proyecto de reforma tributaria que llevó adelante el gobierno en marzo del presente año.


¿Hay alguna variable que permita entender el cambio tan radical? Yo creo que sí, y es la obligatoriedad del voto, pues cuando ganan las ideas refundacionales votan 7 u 8 millones de personas, pero cuando se rechazan esas ideas, votan más de 10 millones.


Al parecer, el número de votantes implica que hay una apatía por el juego político que hace prevalecer ideas que no son mayoritarias, siendo una pésima señal para la economía, porque se dirige el país, se hace atractivo y se potencia de acuerdo con las ideas que votan un grupo minoritario, pero cuando lo hace la mayoría, que deja la desidia política y manifiesta su interés por políticas que la evidencia empírica ha demostrado su validez, los resultados son distintos.


No sé si los resultados que hemos visto ayer son reflejo de que aún no cambia el sentido del péndulo del presidente o si se trata realmente de la orientación de los destinos del país hacia un horizonte diferente al propuesto desde la refundación institucional y que inicialmente se pensó era lo beneficioso para el país.


Prof. Germán R. Pinto Perry

Director Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios Tributarios NRC

Universidad de Santiago

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