Un nuevo proceso

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Luis Riveros

El país entra ahora a un nuevo proceso constituyente, contradiciendo, en su versión más simple, las demandas ciudadanas por atender otras prioridades significativas que afectan al habitante medio del país. Se ha decidido que es mejor enfrentar el cambio institucional que se adeuda a la nación, luego del fallido proceso asociado al rechazado texto que había elaborado la convención constitucional. Se espera que no se repitan los errores que condujeron a tan connotado fracaso para la institucionalidad republicana y que el nuevo texto constitucional refleje verdaderamente las expectativas del ciudadano medio. La gente quiere acceder a mejores condiciones de vida, a tranquilidad para desarrollar su existencia y condiciones para poder proyectarse a una superación permanente. Tan simple y tan complejo a la vez, eso es lo que debe reflejar una constitución que aspire a construir un país con oportunidades y verdadera felicidad para sus habitantes.

Según algunos de los arquitectos del llamado “acuerdo constitucional” es importante que esto se consolide rápidamente para que el nuevo texto constitucional lleve la firma de los actuales gobernantes y sea, de este modo, un ingrediente para la estabilidad futura. Para otros, el tema es que hay que desmantelar mucho de lo contenido en la actual constitución para que exista un estado más interventor, derechos sociales garantizados, garantías para la igualdad de géneros y mejores criterios para la protección ambiental. No son contradictorias estas dos interpretaciones, y bien se podría concebir un texto que establezca esos principios y que sean ellos una garantía de estabilidad política a futuro. El problema siempre radicará en la efectividad de tales principios en materia legal, lo cual envuelve un trabajo distintos que hasta ahora el país no ha podido llevar a cabo: cosas como la calidad de la educación, la eficacia de los servicios de salud y la eficiencia de los sistemas públicos de pensiones, advierten que poco se puede avanzar si hay solamente buenas declaraciones que, sin ser complementadas con buenas leyes y eficaz financiamiento, pueden pasar a ser solamente eso: declaraciones bien intencionadas. Hay ejemplos de sobra en nuestro continente acerca de constituciones que establecen múltiples derechos, pero que no se dan en la práctica porque existen deficientes legislaciones y muy deficitarios recursos aplicables.

Se dice que la nueva instancia constituyente se podría elegir en el primer semestre del próximo año, lo cual haría presumir contar con una propuesta de texto constitucional a fines del 2023, para que el mismo sea plebiscitado en el primer semestre de 2024. Plazos dilatados, y que aún seguramente contienen una subestimación de la duración de los complejos procesos que están envueltos en la preparación de una nueva constitución. El principal problema que se abre con esto, es que se mantendrá una incertidumbre acerca del futuro de Chile, y que ello no podrá cambiarse definitivamente en base a declaraciones y establecimiento de líneas de base por parte de las autoridades. Esa será una fuente de inestabilidad. La otra, por supuesto, es que deben atenderse con medidas concretas las prioridades establecidas por la ciudadanía en materia delincuencia, narcotráfico, inmigración ilegal y una difícil situación económica, que el año venidero espera una caída del producto y del empleo. A esto se debe agregar la profunda crisis que tiene nuestro sistema educacional, marcado ahora por la deserción de miles d estudiantes, y la difícil situación de la salud pública, con recursos absolutamente insuficientes y demanda de gran volumen Todo eso adicionará a un panorama que será menester manejar con cuidado, requiriendo talento político y un claro compromiso del Congreso Nacional para abocarse al trabajo que la ciudadanía espera emane de allí con respecto a estas graves problemáticas. Con eso se podrá moderar la incertidumbre de un proceso constituyente del cual deberán emanar señales claras de complementariedad con el trabajo legislativo y la acción de gobierno.


Prof. Luis A. Riveros

europapress