​Analítica de Procesos y Transformación Digital: El Futuro de las PYMES

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Rodrigo Gallardo Canales

Las organizaciones están transitando actualmente hacia la cuarta revolución industrial o industria 4.0, lo que trae consigo algunas características de este proceso de transformación, en donde la velocidad del cambio ocurre a un ritmo exponencial y no lineal como las anteriores revoluciones tecnológicas, pero además con un criterio de amplitud que permite combinar múltiples tecnologías e impactar de forma significativa en sistemas complejos. Bajo este marco, el objetivo de esta mega tendencia es poder llegar a implementar sistemas productivos “inteligentes”, diseñados para estar conectados y poder detectar y predecir el comportamiento de los procesos y oportunidades de mejora del desempeño, además de interactuar con sistemas físicos que permitan facilitar la producción en tiempo real y la toma de decisiones a partir de los datos. A partir de esto, llegamos entonces al concepto de transformación digital, que contempla la aplicación de tecnología en las industrias y los efectos sociales y económicos que surgen de su empleo, donde toman fuerza algunas de ellas que son consideradas como pilares del proceso de cambio, como son la robótica, la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la ciencia de datos, la simulación de procesos, la ciberseguridad, el uso de la nube, entre otros.

El MIT define a la transformación digital no como un cambio, sino más bien como una evolución de la industria, por lo que cobra mucho más sentido entenderla como una actitud frente al cambio, que permita promover la evaluación permanente para la mejora continua en las organizaciones, más que como una vía para llegar a un destino específico. Esto se torna clave y crítico en la industria, por tratarse de un cambio de gran magnitud que interviene la forma de hacer las cosas, mediada por la tecnología, donde la transformación digital de las organizaciones dejó de ser una opción voluntaria y se convirtió en una tendencia que no discrimina entre organizaciones, actividades económicas ni mercados, y es aquí donde la formación y la innovación juegan un rol trascendente.

A propósito de la contingencia sanitaria producto del Covid-19, fueron las tecnologías las que permitieron a las personas, al gobierno y a las empresas mantenerse conectadas, lo que demuestra su potencial y relevancia en contextos de gran variabilidad y entornos altamente competitivos a nivel mundial. De ahí derivan algunas brechas estructurales que deben ser abordadas: el Banco Mundial estimó en 2021 que había 3 mil millones de personas a nivel global que no se conectaba a internet y aún persiste una brecha de género donde el 62% de hombres se conecta a internet versus un 57% de mujeres, lo que es compartido por la CEPAL que señala que a nivel regional, solo el 67% de la población de América Latina tiene acceso a internet, con marcadas brechas de acceso al segmentar la población por zona geográfica e ingresos. En este escenario, según cifras de la OCDE, el índice de desarrollo de industrias digitales en la región es solo de un 18%, en comparación al 34% de Norteamérica y 43% de Europa, lo que evidencia la oportunidad para mejorar el desempeño y potencial competitivo de la industria en esta parte del mundo. Y es precisamente ahí, donde aparecen las mayores brechas de la industria, que ocurre en la adopción de tecnologías digitales relativas a procesos productivos y comercio digital, según la propia OCDE.

De esta forma, surgen varios desafíos para hacer frente a dichos cambios: por una parte la educación superior debe ampliar su oferta formativa, profesionalizando roles laborales que aborden temáticas de transformación digital y que muchas veces no están contenidos en la oferta tradicional de carreras, pero también re-configurar los planes de estudio actuales, al menos en las carreras del área de ingeniería y tecnología en una etapa inicial, para dar respuesta a los requerimientos de esta mega-tendencia (sin quitar la atención de los dos grupos claves de dicho proceso, que son los estudiantes nativos digitales y los profesores que sin tener esa característica, deben adscribir a la digitalización). Por otra parte, la articulación entre la industria y el gobierno será clave para abordar elementos esenciales como la desigualdad digital, la resistencia generacional al cambio y un marco legal que resguarde temas tan importantes como la ciberseguridad, la privacidad de los datos, la creación de subsidios para incentivar el uso de tecnologías, políticas que faciliten la adopción de tecnologías para aumentar la velocidad de conexión, entre otros.

El desafío de abordar temáticas relacionadas a la transformación digital en la educación superior, particularmente en el pregrado, es un desarrollo aún incipiente en las instituciones de educación superior en Chile, ya que esta formación se concentra mayoritariamente en programas de educación continua y en el postgrado, lo que impacta directamente en las PYMES, ya que deben contratar profesionales y posteriormente invertir recursos adicionales en perfeccionamiento para contar con especialistas en esas áreas, aumentando aún más las brechas de digitalización y automatización, en comparación con las grandes empresas que tienen mayor facilidad y recursos, para entrar en este proceso y aumentar su capacidad de producir y comercializar.

La solución no es formar más profesionales en disciplinas como informática, computación, estadística, gestión industrial, control de gestión u otras, sino más bien en la forma de articular e integrar disciplinas y plasmarlo en actualizaciones macro y micro curriculares y en nuevos programas formativos, innovadores y que puedan aplicar tecnologías afines a las especialidades, para disminuir la brecha digital del sector productivo.

Un avance en esta materia se observa en la oferta académica para el proceso de admisión 2023, donde han surgido nuevos programas como el de “Análisis y Gestión de Procesos Productivos” de la Universidad de Santiago de Chile, que es una carrera profesional con grado de Licenciatura, con un enfoque estratégico y que precisamente profesionaliza un rol laboral altamente demandado en la industria, que es el de “Analista de Procesos”, ya que integra en su plan de estudios el ámbito industrial desde la perspectiva de la gestión (específicamente en el área de operaciones, en los macro-procesos de producción, calidad y logística industrial que se encuentran en cualquier tipo de organización), pero también incluye líneas de formación en analítica de procesos e inteligencia de negocios, lo que permitirá a las empresas contar con un profesional que tiene una visión industrial, pero que además maneja y aplica tecnologías de ciencia de datos para generar aprendizaje empresarial, inteligencia de negocios y contribuir a la toma de decisiones a partir de los datos.

Sólo queda un camino para alinearnos con la evolución de la industria: subirnos al carro de la transformación digital o retornar a un punto de partida, que es la obsolescencia de los procesos y sistemas productivos. 


Rodrigo Gallardo Canales, 

Académico Universidad de Santiago de Chile, 

Ingeniero Comercial y MBA. 

rodrigo.gallardo@usach.cl

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