​Entender la derrota del apruebo: Necesaria para entender a Chile

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Mario Astorga

Es indudable que el Apruebo, con un 78% de partidarios en el Plebiscito de Entrada, tenía todas las chances de ganar el 4 de septiembre pasado. Soy de centro, si me apuran, de Centro Izquierda, pero estoy convencido que nuestro Chile necesita que todos los sectores participen activamente en la política contingente y en aportar en la construcción de nuestro devenir como nación. Por ello me preocupa que la izquierda esté haciendo tan mala lectura del resultado del plebiscito.

Quiero partir señalando las explicaciones que he escuchado y leído más reiteradamente de personeros de izquierda con relación a la derrota del Apruebo: 1. Gestión de big data por parte de la derecha, tal como lo hizo en su momento el Brexit, Trump, y la oposición colombiana, 2. Los principales partidos de gobierno necesitaban seguir gobernando y pudieron dedicar menos tiempo a la campaña que en las últimas 4 elecciones, en las que siempre ganaron. 3. Carencia de un “marco discursivo maestro”. 4. Incapacidad de conectar emocionalmente al electorado con aspectos precisos de la propuesta constitucional, como, por ejemplo, la lucha contra la corrupción, el endeudamiento o el elitismo, entre otros. 5. El Apruebo no perdió por que la propuesta era maximalista, sino porque la gente no leyó la propuesta, se dejó guiar por fake news y no entendió los beneficios que traía para ellos. 6. La derecha fue exitosa en movilizar el nacionalismo y la ideología colonial. 7. La gente rechazo soluciones en clave solidaria a los problemas denunciados en el estallido porque ha normalizado una racionalidad neoliberal. Algunos han ido incluso más lejos y han señalado su superioridad moral culpando a los “idiotas y pobres” por votar en favor de quienes los dominan; las reacciones contra los ciudadanos de Petorca por votar mayoritariamente rechazo han sido vergonzosas.

Quisiera partir mencionando que los partidos políticos cada vez tienen menos influencia en las decisiones de voto de los ciudadanos. El FA estuvo compuesto por 14 partidos y movimientos, más el PC, el FRV, el PS, el PPD, el PR y el PDC; en total suman 20 partidos y movimientos que, en la elección parlamentaria de abril del 2021, consiguieron un 65% de los votos y para el 4 de septiembre 2022 solo fueron capaces de convocar a un 38% de los chilenos. A pesar de la vorágine de los tiempos, es improbable que 20 movimientos y partidos reduzcan tanto su influencia política entre dos elecciones con poco más de un año de distancia; sin embargo ese comportamiento no es extraño en Chile. Bachelet fue elegida con altas votaciones y en las dos oportunidades le entregó la banda presidencial al candidato de la derecha. Eso ya nos daba cuenta de lo poco estables que se han convertido las preferencias políticas de los chilenos. Mi explicación, que da para otra columna, es que las ideologías han perdido flexibilidad para comprehender las necesidades y motivaciones “aquí y ahora” de los ciudadanos, y estos, gracias a internet y a las infortunadas “Fake News” disponen de muchas otras fuentes, distintas a los mensajes de los partidos políticos para formarse su propia opinión sobre la polis y su funcionamiento.

Creo que el grave error de la izquierda para entender la derrota es haber convertido el Plebiscito de Salida en un todo o nada entre la herencia de la dictadura de Pinochet y los cambios que Chile necesitaba. Yo viví la dictadura y no estoy dispuesto a que se repita ni esa ni ninguna otra dictadura, pero para la gran mayoría de los votantes esa dicotomía fue falsa y añeja. En primer lugar porque siempre se supo que la gran mayoría de los ciudadanos, a pesar que han transcurrido más de 40 años, desconoce el contenido de la actual Constitución, mucho menos podrían dedicar el tiempo necesario para leer las 200 páginas del nuevo proyecto, en solo dos meses. Por ende ni el apruebo ni el rechazo serían decisiones informadas sobre el total del contenido, sino sobre aquella parte que conozco o creo conocer de la nueva constitución que más me afecta.

Chile, después de una discusión de décadas, alcanzó en el parlamento, hace solo 5 años, un acuerdo sobre tres causales para el aborto. ¿Era necesario que la nueva constitución abriera una nueva interrogante sobre las causas y el plazo permitido para abortar? Fue un gesto a las feministas que desde siempre han abogado que la decisión es solo de ellas. Ese gesto le costó al rechazo el voto en contra de buena parte del numeroso pueblo evangélico; en las comunas de alta y media alta concentración de evangélicos el rechazo obtuvo un 73,9 y un 68,4 % de votos respectivamente y la abstención electoral fue inferior a la media nacional. Les importaba y mucho.

Nuestro Himno Nacional tiene casi 200 años de permear generación tras generación, ¿Cuál se esperaba que fuese la reacción cuando un grupo de Convencionales osó abuchear el himno y la mayoría de izquierda de la convención miró para el lado? ¿Como se puede programar que en un cierre de campaña del Apruebo unos autodenominados artistas repitan su conocido acto de agravio a la bandera, de la que estamos orgullosos los chilenos desde el gobierno de O´Higgins? El campo chileno siempre ha sido más conservador y tradicionalista; la celebración de las fiestas patrias y los rodeos convocan a la casi totalidad de los habitantes de los pueblos rurales. Esos atentados en contra de nuestro himno nacional, en contra de la bandera y los artículos que restringen las costumbres campesinas hizo que el rechazo tuviese un 15% más de apoyo en las zonas de alta y media ruralidad (71,2 y 72,5%) que en las comunas de baja ruralidad (57%).

No hay duda que Chile tiene una deuda con los pueblos originarios, pero también es claro que la gran mayoría de ellos han buscado integrarse activamente al país que hoy somos. Por otra parte, una causa relevante del abandono de los pueblos originarios es su fragmentación en cerca de 4.000 comunidades sin relaciones de jerarquía entre ellas, lo que ha imposibilitado al Estado chileno tener líderes con los cuales negociar. La baja participación mapuche en el plebiscito de entrada, (22,8%), menos de la mitad que la participación nacional, debería haber sido una señal de lo poco representativos que eran esos convencionales. Las comunas con alta concentración de pueblos aborígenes tuvieron un 8% de menos participación electoral que a nivel nacional (77%), sin embargo, la votación a favor del rechazo fue 10,5% superior (72,5%), En la mayoría de los pueblos con alta concentración aborigen el rechazo sacó más del 80% de los votos. Si la plurinacionalidad, los sistemas autónomos de justicia y la sobre representación en los organismos del Estado fuese una demanda prioritaria de los pueblos aborígenes ¿Hubiesen votado tan masivamente en contra? Seguramente eso hubiese bastado para votar a favor.

Claramente el plebiscito de salida no se posicionó como una lucha de clases. El apruebo obtuvo sus mejores resultados en las comunas con mayor concentración del quintil de altos ingresos y sus peores resultados en las comunas con mayor concentración del quintil de peores ingresos. No fue novedad que los mejores resultados del apruebo hubiesen sido en la zona sur.

Algunos personeros de la derecha tampoco han contribuido mucho a una mejor comprensión del resultado, han denunciado el rechazo como un voto de castigo al gobierno, sin considerar que el apruebo consiguió 200.000 votos más que Boric en la segunda vuelta presidencial. Las hipótesis que la izquierda ha elaborado para explicar su derrota no le están permitiendo visualizar el comportamiento electoral de los distintos grupos de interés ni el de los nuevos votantes.

Las elecciones y sus resultados nunca son fenómenos simples de analizar, se requiere buscar explicaciones fuera de la caja y multidimensionales. Las hipótesis absolutas y las preferencias políticas previas son insuficientes. El frente amplio y el PC lograron alinear a varias minorías radicales de la convención a través de incorporar sus demandas en el texto constitucional: ambientalistas, indigenistas, feministas, minorías sexuales, regionalistas, animalistas, abortistas, etc. A la luz de los resultados se podría considerar un exceso el declarar 26 derechos sociales, todos equivalentes y simultáneos, ya que cada uno de ellos aportó sus propios detractores. 


Mario Astorga De Valenzuela

europapress