​Efecto Selfie

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Jorge Fuentes (1)

La moda de las fotos selfies tiene algo bien particular: nos permite encontrar nuestro mejor ángulo y, por tanto, cómo nosotros queremos que nos vean. En general son fotos donde salimos solos y su resultado dista bastante de lo que vemos cuando la saca otra persona con la cámara normal. De alguna manera, este tipo de tomas crea una autoimagen que trata de esconder las inseguridades y resaltar cómo nos gustaría vernos.

Hace pocos días Frank Yeomans, psiquiatra y profesor clínico asociado de Psiquiatría en el Centro Médico Weill de la U. de Cornell, fue enfático en plantear que nuestra sociedad tiene cada vez más arraigados rasgos narcisistas, lo que podría transformarse en una verdadera pandemia. Sus dichos no son al aire, pues estudios han encontrado que entre el 1% y el 6,2% de la población general en EE.UU. tiene personalidades narcisistas, siendo más hombres que mujeres los que tienen el trastorno: el 7,7% de los hombres y el 4,8% de las mujeres.

Las datos son contundentes y requieren de una pausa para analizar los complejos escenarios que se dan si esto no cambia y cómo dinámicas narcisistas van en contra de todas las lógicas que necesitamos para enfrentar problemáticas tan relevantes como la crisis climática o una próxima pandemia.

La falta de empatía, el exceso de soberbia y el individualismo mezclado con las inseguridades son una mezcla poco amable para tiempos complejos. Los rasgos narcisistas proliferan en tiempos de constantes cambios, donde las personas tratan de que no les afecte, generando una preocupación solo en el yo, personalidades desconfiadas e inseguras.

Por otro lado,comienzan a sobresalir niveles de autoconfianza que sobrepasan lo real, una soberbia que, en el error de buscar poder controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor, sólo termina causando frustración. Junto a ello, el exitismo que no da cabida al caer, generando una competencia constante con el otro y buscando su eterna aceptación, provocan emociones “positivas” de cara al entorno, pero ocultando los reales sentimientos que se producen a nivel personal.

¿Cómo no transformarnos en personas narcisas cuando cada vez más se valora el éxito y ciertos prototipos de belleza que sin duda la historia nos muestra que no dejan de ser solo anuncio de una nueva moda, así nos convertimos en sujetos de consumo donde, a través de nuestras propias redes sociales nos exhibimos, generamos una marca personal y proyectamos ante los demás cómo queremos que nos vean, aunque no se corresponda necesariamente con cómo somos o queremos ser realmente?

Es cierto, es difícil nadar contra la corriente cuando nuestra identidad se construye constantemente y parece imposible no permearse con el entorno. Sin embargo, muchos podemos hacerlo si comenzamos a potenciar la idea de que necesitamos del otro, de que equivocarse o caer no es malo y es parte del aprendizaje, cuando nos vamos recordando que somos más que éxito e imagen y normalizamos el valorarnos desde otras lógicas y creencias valorando lo auténtico en cada uno de nosotros y los otros.

Hace dos años la vida nos enseñó que no teníamos control, que nada está tan claro y que las crisis se afrontaban en conjunto. La invitación es a que la memoria no nos juegue una mala pasada.


Jorge Fuentes, 

Psicólogo y director de Pranavida

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