¡Necesitamos explicaciones!

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Luis Riveros

El debate con relación al proyecto de nueva Constitución se ha ido haciendo cada día más iracundo y descalificador de los participantes, y menos centrado en el interés del país y su futuro en las próximas décadas. Las ideas no pueden nunca sustituirse por calificativos injuriosos ni por alusiones ofensivas a quienes expresan lo que piensan. Quienes hemos defendido siempre la tradición republicana de Chile no podemos permanecer silenciosos frente a esto, especialmente porque nuestras generaciones jóvenes se educan en el uso de la descalificación como argumento en un debate de ideas. El debate “blanco o negro” a que se ha inducido al país, ha sido una forma desacertada de confrontar dos visiones de país. En efecto, en ambas propuestas (apruebo o rechazo) existen ideas de valor que debiesen rescatarse para construir una visión juiciosa hacia nuestro devenir como Nación

Ciertamente este debate está plagado de afirmaciones que al menos ameritan una clara explicación hacia el país. En primer lugar, se ha dicho y probado por especialistas que el texto constitucional propuesto no es sino una copia de la vigente Constitución Boliviana, la cual responde a situaciones estructurales muy diversas, especialmente en vistas a la composición étnica de la población. Chile ha invertido recursos significativos en el proceso de elaboración del proyecto Constitucional, incluyendo en ello a destacados académicos, y por ello es necesario que se clarifique esta situación ante el país. En segundo lugar, se tiende a confundir a la población cuando se afirma que se podrá reformar el proyecto de Constitución una vez que el mismo sea aprobado. Esto resulta contradictorio con una serie de disposiciones en el mismo texto que hacen que esto no vaya a ser efectivo, así como también considerando los férreos compromisos políticos en orden a defender íntegramente el texto plebiscitado. Dentro de las restricciones que se aprobarían, imposibilitando un cambio a posteriori, están no sólo las relativas a quorum calificado para reformas del texto, sino también el requerimiento de consulta a las poblaciones indígenas cuya forma no está siquiera clara. Una tercera duda fundamental que debe resolverse por parte de los partidarios del rechazo, es qué es lo que efectivamente postularán en el período pos plebiscito si acaso triunfa su opción. Esto es, si acaso optarán por quedarse con la actual Constitución o más bien postularán la introducción de reformas consideradas imprescindibles. Y, si esto es así, cuáles serían aquellas reformas que se priorizarán y por medio de cuál mecanismo se procederá. Esto último es fundamental puesto que el rechazo significará reconocer un fracaso para el país, así implicando la necesidad de estudiar y decidir sobre reformas que estuvieron siempre paralizadas o se vieron enfrentadas a serios cuestionamientos.

El gran dilema concierne a lo que viene después del plebiscito en cuanto a los pasos futuros que se proponen al país. Chile no debiera quedar inmovilizado frente a temas tan cruciales como los que se debaten. En el terreno del Apruebo, si es que efectivamente el país quiere la eliminación del Senado y de la Corte Suprema, la creación de autonomías regionales y comunales junto con la existencia de naciones que serían reconocidas como tales al interior de la nación chilena, la eliminación de la facultad exclusiva para iniciativas de gasto por parte del presidente de la República, etc., todas ellas precisan de compromisos para la puesta en práctica. Pero también necesita saber, en el terreno del Rechazo, cuál es el compromiso real de los partidos políticos para introducir reformas a la Constitución vigente en temas sentidos por la población, como son la explicitación de los derechos sociales, la necesaria regionalización del país y el mejoramiento del sistema político en pos de su balance y efectividad.

Frente a estos graves dilemas es de esperar que exista debate y no pura descalificación, amenazas y agresión. Chile amerita mucho más en el esfuerzo por consolidar su democracia, asegurar el mayor bienestar para las futuras generaciones y propiciar la unidad nacional que tanto se anheló y dio forma a las raíces mismas del proceso de consulta que actualmente se desarrolla.


Prof. Luis A. Riveros 

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