Bolsillo de payaso

|

Javier Fuenzalida

Múltiples y crecientes son las críticas en contra la Convención Constitucional. Se supone que los asuntos que sustentarán cada artículo de la futura constitución no solo deberán estar respaldados por el voto favorable de 2/3 de los convencionales, sino que, en su debate previo en comisiones o en el pleno, debieran haber contado con la asesoría de expertos en las diferentes disciplinas en que se fundamenta. Ha habido poca publicidad al respecto, si es que los asesores han puesto por escrito sus opiniones. En parte, así se explica que en sucesivas encuestas el porcentaje de rechazo al proyecto de la Convención va en aumento.

Diariamente nos imponemos de la liviandad de muchas de las proposiciones, que ni siquiera son materia constitucional o que no están respaldadas por informes y pareceres de académicos y constitucionalistas. Según las encuestas, va creciendo el rechazo al futuro referéndum que debiera aprobarla, por incluir materias como los escaños reservados, una negación a la igualdad de todos los ciudadanos, y que goza de un escuálido 27 % a favor o como un 33 % a favor de abolir el tribunal constitucional. En cambio, contrariamente a lo que la CC propone, el 77% de la ciudadanía está a favor del Poder Judicial como es hoy y en contra la creación de tribunales que atentan también contra la igualdad ante la ley.

La semana pasada fue el turno del Banco Central. Hay consenso en cuanto a que debe ser un ente autónomo, con patrimonio propio, cuya finalidad es la estabilidad del nivel de precios y proveer a loa economía de la liquidez suficiente para la realización de las transacciones que se realizan en el país.

La teoría económica ha probado desde hace mucho tiempo que cada política o medida económica y financiera requiere de un determinado instrumento para su implementación. No es posible con una sola herramienta obtener múltiples fines. Así como un carpintero requiere de diversas herramientas, serrucho, sierra, martillo, alicate, atornillador, soplete, llave inglesa, y francesa, etc. en política económica también existe una diversidad de medidas y mecanismo apropiados para cada objetivo.

Desde que se creó el Banco Centra en 1925 quedó claramente establecido que su objetivo era la estabilidad de la moneda y su herramienta la cantidad de dinero en circulación. La modificación de su ley orgánica de 1960 lo convirtió en un bolsillo de payaso estableciendo como objetivo “propender al desarrollo ordenado y progresivo de la economía nacional mediante una política monetaria y crediticia que, procurando evitar tendencias inflacionarias o depresivas, permita el mayor aprovechamiento de los recursos productivos del país”. Algo imposible de obtener mediante la pura emisión de dinero.

Ahora, los convencionales miembros de la Comisión de Justicia, Órganos Autónomos de Control y Reforma Constitucional, mostrando una sorprendente ignorancia respecto de lo que es un Banco Central, sostienen que la actual ley orgánica de 1980 “impuso una serie de limitaciones al funcionamiento del organismo que contradicen la idea de la institución como una abierta a las transformaciones que vayan dando respuestas a las necesidades del país y que considere la experiencia internacional”. Bla, bla, bla. Argumento falso porque la tendencia en el mundo es la de bancos centrales autónomos y con un objetivo único.

La CC proponen funciones deben estar en consonancia de la política económica, tal como era la funesta ley orgánica de 1960. Argumentan con mucha liviandad, que “la tal autonomía carece de legitimidad en la opinión pública dando cuenta de la distancia de la política monetaria y los requerimientos existentes respecto de políticas económica eficaces, basadas en la evidencia y consideraciones respecto de la voluntad ciudadana”. Parece que desean un Banco Central Popular, étnicamente pluralista, intercultural, con distinción de género (solo hombres y mujeres sin desviaciones).

Proponen que, además de la estabilidad del poder adquisitivo interno de la moneda, deberá garantizar el pleno empleo, conservación del medio ambiente, cambio climático, el stock inicial y final de los bienes naturales, distribución del ingreso, desarrollo económico de largo plazo. Un bolsillo de payaso como la de 1960 que hizo posible la inflación allendista cercana al 1.000 % en un año.

Proponen que el Consejo del banco deberá estar integrado por trabajadores, académicos, la ciudadanía (¿?), pueblos originarios, ecologistas, sin exigir atributos que los califiquen para tan importante responsabilidad. Les faltaron los saltimbanquis. Sería como una cámara de diputados.


Javier Fuenzalida A.

javierfuenzalidaopina blogspot

javier fuenzalida asmussen linkedin

europapress