​Desafíos económicos del Gobierno de Boric

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Vu00edctor Salas

El gobierno de Boric enfrentará una situación económica con fuertes presiones inflacionarias (tales que, con el dato de febrero -0,3%-, se estima la inflación seguirá alta, pero ajustándose lentamente a la baja y que, anualizada, llegará alrededor de 8% en la mitad de este año) y, con perspectivas de un muy bajo crecimiento económico en los dos primeros años, tales que se estima un aumento del PIB anual que fluctuará alrededor del 2% al año, similar a la tasa de crecimiento promedio anual (1,94%) entre 2014 y 2019.

Esta situación empeorará coyunturalmente por los efectos de la guerra Rusia-Ucrania en la economía mundial y, en particular en Chile, donde el aumento del precio del petróleo y de los cereales (que importamos de manera muy relevante para nuestras producciones y consumos) profundizarán las tendencias inflacionarias en la economía chilena.

Este año y el próximo, el control de la alta inflación será una preocupación muy importante para el Banco Central y también será relevante para el nuevo Gobierno de Boric.

Sabemos que el Central responderá con su habitual mecanismo de control de precios (aumento de la TPM). Tasa que, con un fuerte aumento (se espera que llegue hasta 7% u 8%), se traducirá a la vez, en un potente aumento de la tasa de interés de la economía y la consiguiente reducción de la demanda interna de bienes de consumo y de capital, todo lo cual tendrá un efecto negativo en la actividad productiva del país, pudiendo generar con ello desde una fuerte contención del producto hasta llegar a tener efectos recesivos, tales que podríamos encaminarnos a una situación de estancamiento con inflación.

En el control de la inflación el nuevo gobierno también deberá cumplir su parte. Habitualmente, se espera que el Gobierno colabore reduciendo el gasto fiscal, pero en este caso el nuevo gobierno tiene más bien compromisos de aumentarlo, especialmente para cumplir sus compromisos de campaña y resolver parte importante de las necesidades sociales planteadas por el país en los últimos tiempos (con mucha fuerza en el “estallido social” de octubre 18 de 2019), como mejores pensiones, mayores sueldos mínimos, más atenciones y mejores servicios de salud, mejor calidad de la educación, avances en los temas verdes o medio ambientales y otros.

Pero, en la segunda vuelta presidencial (en un reenfoque programático que le permitió un claro triunfo), Boric tomó entre otros, el compromiso de mantener la responsabilidad fiscal, mediante la aplicación de una política de gasto público que le permita reducir el déficit y el endeudamiento. Entonces, lógicamente para aumentar el gasto y reducir el déficit deberá buscar aumentar los ingresos fiscales ya sea vía una reforma tributaria eficiente, que será de difícil y lento despacho en el nuevo Parlamento, o a través de un mayor endeudamiento fiscal, que a 2021 terminó en 36% del PIB y no será fácil incrementarlo sin aumentar el riesgo país, a pesar que la deuda neta fiscal ese año sólo llegó a 28,6% del PIB (CFA).

Estos ajustes monetarios y fiscales deberán ocurrir simultáneamente con otro importante desafío económico que enfrenta el nuevo gobierno: reactivar la economía, a fin de evitar un aumento, no deseado del desempleo. En eso el Estado debe entregar los recursos que le den impulso a la actividad productiva nacional, aumentando la inversión pública en infraestructura y vivienda, entregando apoyo a la micro, pequeña y mediana empresa y al aumento de la productividad y la innovación. Lo que requiere vastos recursos fiscales conseguidos con acuerdos amplios para el desarrollo del país.

El nuevo Gobierno también deberá hacerse cargo de las expectativas negativas que nos rondan. Si bien es cierto que sobre la incertidumbre externa (guerra en Ucrania) el nuevo gobierno no puede hacer nada, si tiene la obligación de buscar la forma de colaborar en el control de los altos niveles de incertidumbre económica y política que existen en el país, que se traducen en flujos de salida de capitales del orden 50 mil millones de dólares en seis meses de 2021 (BCentral, agosto), con tendencia a mantenerse en niveles similares, afectando así el valor del tipo de cambio (depreciando nuestra moneda respecto del dólar), cuestión que ha estado ocurriendo en los últimos meses, donde se observa que el tipo de cambio subió constantemente y con alta volatilidad desde 693,74 pesos por dólar en mayo 11 de 2021 a $866,25 el 23 de diciembre de 2021, ajustándose a partir del 24 de enero y hasta 01 de marzo 2022 en alrededor de $800 y con la guerra R-U ha retomado y está el 08 de marzo en 808,06 pesos por dólar). Altos valores del tipo de cambio que a la vez hacen subir el precio de los productos importados por Chile (petróleo, alimentos, electrónicos y otros), mayores costos que, desde luego, se intentarán traspasar a los precios del mercado nacional, aumentando las presiones inflacionarias.

Grandes desafíos económicos, sociales y políticos son los que enfrentará el nuevo Gobierno, esperamos que tenga éxito, por el bien del país.


Víctor Salas Opazo

Departamento de Economía

Universidad de Santiago de Chile

europapress