​La bandera de la innovación para enfrentar lo planteado por el IPPC

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Ignacio Parada (1)

El reporte del IPPC confirma algo que la naturaleza viene alertando desde hace tiempo. Ya no hay vuelta atrás con respecto al calentamiento global. No hay clima o país que esté exento al cambio climático, siendo inminentes el deshielo, la subida de nivel del mar y el empeoramiento de los fenómenos extremos. Inundaciones, aluviones y tormentas, al igual que olas de calor, sequías y avances desérticos, por nombrar algunos.

Este mismo informe −de más de tres mil páginas, con la participación de 234 científicos de 66 países− arroja otro dato empírico pero, no por eso, menos estremecedor. Este aumento de la temperatura fue obra nuestra. Fue causado por nosotros, por nuestra especie y no por factores externos, como sostenían los principales argumentos científicos de la década de los 90 sobre estas materias. "El ser humano ha influido en el calentamiento de la atmósfera, de los océanos y de la masa terrestre de manera inequívoca", sentencia el estudio.

Y es que, desde la Revolución Industrial, las emisiones tienen una tasa de crecimiento al alza y dentro de las más altas de los últimos 800.000 años. Un panorama que, según expertos, se mantendrá sin ningún cambio hasta por lo menos la mitad de este siglo. Es aquí donde muchos pueden preguntarse si es momento de dar la batalla por perdida o seguir remando, hasta que los brazos no den más, para llegar a mejor puerto. La innovación y su poder transformador de la realidad me hacen escoger lo segundo.

Fue en 2019 cuando la ONU estableció que la innovación es un acelerador y potenciador de los esfuerzos para implementar acciones climáticas, como también para lograr los objetivos propuestos en el Acuerdo de París. Un espaldarazo para distintos negocios del mundo que, algunos desde hace varios años antes de esta afirmación, venían desarrollando propuestas para mitigar estos males y dar nuevas esperanzas ecológicas a las próximas generaciones.

Hoy en día podemos adquirir materiales biodegradables, biofertilizantes para la agricultura e incluso carne que no es carne, porque está hecha con plantas. Por otro lado, no existe país o industria que no tenga conocimiento del valor de las energías renovables, de la movilidad eléctrica o del Big Data como anticipador de los hechos. ¿Qué sucedió para que estos cambios, algunos de mayor forma que otros, fueran posibles y actualmente una realidad? La mente del innovador, la ampolleta encendiéndose. Plantearse el problema y buscar la solución. Saber que los cuestionamientos de hoy pueden ser los paradigmas del futuro.

En tiempos ecológicamente convulsionados, los emprendedores tenemos un rol preponderante en el manejo de esta crisis. Sean locales, geográficas o globales, si nuestras soluciones son transversales, innovadoras y disruptivas, pueden ser alternativas reales para el medio ambiente y los desastres climáticos. ¿O es mejor quedarnos sentados y ver cómo todo ocurre frente a nuestros ojos? En lo personal, opto por tomar la bandera de la innovación para enfrentar lo planteado por el IPPC. ¿Se suman?


Ignacio Parada, 

Abogado y emprendedor.

europapress