Probablemente los actuales defensores recalcitrantes del Brexit no estarán de acuerdo con lo que sugiere el título de esta columna ni su contenido. Digo los actuales, porque muchos de los entusiastas de hace cuatro años ya no encuentran que sea buena idea después de tantas idas y venidas, dos primeros ministros defenestrados, unos cuantos líderes históricos fuera de juego y quedar poco a poco al descubierto muchas falacias, si no directamente mentiras, con las que se motivó a la población a aprobar la salida, propuesta que por lo demás ganó solamente con por un 3.8%, con casi un treinta por ciento de abstención. Sin contar que tanto Escocia (62%) como Irlanda del Norte (55,78%) y Londres (59,93%) votaron por permanecer en la UE. Una de las últimas encuestas, de octubre de 2019, después de tres años de negociaciones, visto el curso de las mismas, daba un 54% a los partidarios de quedarse en la UE. Y ahora mismo, no sólo los arrepentidos o bien informados ya serían mayoría, sino que los partidarios más firmes, como los del “partido del Brexit”, no están conformes con el acuerdo al que se llegó “in extremis” hace un par de días. Consideran que finalmente Johnson tuvo que ceder mucho, y que lo pactado es lo mismo que se podría haber firmado hace cuatro meses, y que en todo caso es insatisfactorio comparado con las expectativas creadas por Johnson una y otra vez. Escocia, por su parte, hace meses que anunció su intención de hacer un referéndum para unirse a la UE, e Irlanda del Norte no está conforme pese a que Boris debió ceder en la cuestión de las dos Irlandas. Y también ceder en el tema de Gibraltar, tanto por presión española, como porque los gibraltareños en el referéndum de salida votaron en un 95% por permanecer en la UE.
"Hemos recuperado el control de nuestras leyes y de nuestro destino", declaró triunfante Boris Johnson al término de las negociaciones. Claro que, por ejemplo, los jóvenes no estarán muy contentos cuando quedan fuera del más exitoso programa de movilidad académica de la UE, el Programa Erasmus y otros de investigaciones y apoyo universitario de la UE. O los miles de investigadores de centros y universidades británicas, que recibían fondos de la UE ñpara sus proyectos. La pregunta que ronda en el aire, y que seguramente tomará cuerpo en los próximos meses, es si el “control de nuestras leyes y de nuestro destino” que proclama Johnson significa realmente algo mejor, en todos los campos, o sólo es una manifestación de nacionalismo decimonónico que no va ya con el siglo XXI de la transición geopolítica, ecológica y digital. Quedar fuera de las políticas de defensa y de relaciones globales de la UE no parece ser precisamente un buen negocio. Menos ahora que ya no está Trump al otro lado del Atlántico para darle la espalda a la UE y abrazar al Reino Unido, sino que tenemos a Biden que va a recuperar la relación con esa Europa que Johnson está abandonando.
Veamos en un breve resumen, que he basado en información oficial de la Comisión Europea, qué significa el Brexit 2021 en lo concreto. En términos simples, el Acuerdo BREXIT salvaguarda la integridad del Mercado Único y la indivisibilidad de las Cuatro Libertades de la Unión Europea: libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales.
Cuatro años para llegar a esto. La UE sale fortalecida demostrando su cohesión interna y proyección externa, y el Reino Unido -gracias o debido a ese precario 3,8% de un referéndum mal informado- entra ahora en una etapa compleja en varios frentes, entre ellos el delicado tema de Escocia y las dos Irlandas, además de tener que demostrarse a sí mismo que fuera de la UE no hace tanto frío.
Héctor Casanueva
Académico y Ex-embajador. Vicepresidente del Foro Académico Permanente América Latina-Unión Europea. Profesor de las Universidades de Alcalá, Miguel de Cervantes y de Estudios Políticos de Rumanía. Vicepresidente del Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia y miembro del Planning Committee de The Millennium Project.