​El Difícil balance entre Economía y Salud que ha implicado la crisis del COVID-19

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Bernardita Espinoza


En estos días de incertidumbre y crisis, surgen muchas visiones contradictorias respecto de lo adecuadas, oportunas o sensatas que están siendo las decisiones y medidas que las autoridades han definido para enfrentar dicha crisis, tanto en el Chile como en el mundo.

Pero antes de juzgar y condenar a quienes tienen la responsabilidad que nosotros les hemos conferido de tomar estas decisiones es importante recordar porqué las toman ellos y no nosotros.

¿Por qué las decisiones que involucran al país en su totalidad, a la ciudadanía en toda la multiplicidad de aspectos que afectan su bienestar e integridad presentes y futuras las hemos puesto en manos de instituciones que se rigen por leyes y principios y no en manos de personas individuales?

La razón es porque dichas decisiones que impactan a la ciudadanía en su globalidad, deben tomarse con visiones globales y miradas de largo plazo despersonalizadas que no estén provistas de la emocionalidad y subjetividad que como persona nos atañe, ni tampoco de los naturales individualismos, sesgos políticos o intereses económicos.

De este modo, entregamos el peso de dichas decisiones a instituciones que puedan tomarlas, como nosotros no podemos, fríamente y racionalmente y no basadas en emociones personales.

En este contexto, en esta situación de crisis sanitaria, no se pueden tomar las decisiones haciendo cálculos políticos y de popularidad, vale decir calculando los votos más o menos que nos significarán, o los intereses económicos de los grupos poderosos que nos respaldan, entre otros aspectos que sesgan una decisión racional y sensata, pero por sobre todo las decisiones que los gobiernos tomen deben tener una visión global de las consecuencias que implican, no solo hoy y respecto de la propagación del virus, sino también sus impactos y consecuencias futuras en la integridad y bienestar de la ciudadanía.

No es posible tomar decisiones e implementar medidas considerando únicamente en forma aislada los efectos de estas medidas en la propagación del Virus, hacerlo de esta forma sería por lo menos irresponsable, pues es necesario considerar como afectará al país en otros aspectos, que extrañamente han sido demonizados, como es la economía.

Cuando hablamos de economía no nos estamos refiriendo a los intereses de un grupo de poderosos señores transando acciones en la Bolsa y manejando millones, la economía es una ciencia social que involucra en bienestar material de todas las personas que forman parte de la Sociedad, dado que como lo define la Real Academia “La Economía la ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos" y como toda ciencia social es inexacta, de modo que su predicción es incierta. De este modo, la consideración de los impactos en la economía que puedan derivar de las decisiones y medidas que se tomen no puede interpretarse como valorar más la riqueza que la vida, dicha interpretación es efectista y liviana, toda vez que los impactos en la economía irremediablemente afectan el bienestar presente y futuro de las personas, y en particular las más vulnerables de la Sociedad.

En el manejo de esta pandemia la cuestión más compleja ha sido lograr un balance adecuado entre la implementación de medidas que logren aplanar la curva de contagiados, de tal modo que la capacidad hospitalaria no se vea sobrepasada y así poder salvar el mayor número de vidas posibles, sin que dichas medidas tengan un impacto profundo y a veces irreversible para la economía de las personas. En particular, es importante tener en cuenta que la detención total de algunos sectores de la actividad económica, que implica el posible quiebre y cierre de empresas y negocios no afecta solo a los empresarios y dueños de tales negocios, sino a los miles de trabajadores que trabajan en dichas empresas y cuyo bienestar se verá impactado. Y ante esta reflexión surgen los indignados acusando enceguecidos a quienes osan comparar “economía con vida”, pero esta visión es muy emocional, pues la carencia de ingresos y su consecuente impacto en el bienestar también impacta la salud de las personas y por ende su vida.

Y así es como surgen voces alegando por la no instauración de una cuarentena total, esta idea que puede verse muy apropiada desde la mera óptica de la propagación del Virus, merece de un análisis global, antes de ser implementada, tampoco es procedente comparar en forma liviana con las medidas implementadas en otros países, pues la realidades económicas y culturales de los países difieren, y por ende las medidas tienen resultados diferentes.

En Chile se debe considerar como afecta una medida drástica como la cuarentena total a una economía en que un 30% de la población activa tiene empleo informal, vale decir dónde sobre un 40% de la población vive de los ingresos que uno o más integrantes del grupo familiar obtienen exclusivamente saliendo de sus hogares cada día.

Entonces, el llamado a nuestras autoridades es que estén a la altura de las circunstancias tomando las decisiones racionales necesarias, basadas en el estudio serio de todas las variables y sus impactos en el presente y futuro de la nación, y sin dejar que los vaivenes apasionados de la opinión pública ocasionen golpes de timón, pues lo que en una crisis se necesita es que ejerzan la Autoridad que nosotros les hemos conferido con la frialdad y racionalidad que a nosotros no nos es posible, desvestidos de su propia humanidad, intereses y deseos, sin esperar vítores ni aplausos, sino que un resultado lo menos dramático y notorio que implique una paulatina vuelta a la normalidad, no solo en salud sino que en el bienestar sostenido de la ciudadanía.


Bernardita Espinoza Valdivia

Ingeniero Civil Industrial Universidad de Chile

Magister en Derecho Pontificia Universidad Católica de Chile (en trámite)

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