Como mueren las democracias

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Carlos Mladinic


Nadie sinceramente podría negar que una de las cosas agradables de las fiestas de fin de año sea que vienen acompañadas de regalos. En mi caso, como ya todo mi entorno conoce mis aficiones, eso se traduce en nutrirme de libros para lectura veraniega.  Hasta hace poco esto se combinaba con discos y películas pero la nueva tecnología “streaming” ha dejado a los libros sin competidor.

Así fue como llego a mis manos un libro muy interesante de dos profesores de la Universidad de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt,  con el desafiante título de “Como Mueren las Democracias”. En su introducción nos comentan que la forma en que morían las democracias en el pasado y como todavía suele suceder en las películas y programas de televisión, donde esta muere de golpe ya sea porque un golpe de estado derriba al gobierno o una marcha sobre la capital, da paso a una declaración de la ley marcial y luego se apodera de los medios estatales, esa forma, donde todo sucedía rápidamente y con fuerza, no parece ser lo que enfrentamos en la actualidad. Ahora las democracias mueren lentamente. Mueren de la mano de gobernantes que fueron electos pero que no han tenido problemas para ir erosionando las normas e instituciones políticas como Levitsky y Ziblatt lo detallan en su libro.

Los autores sostienen que la historia no se repite, rima. Y de examinar la historia y de observar los patrones se van encontrando las rimas que indican un deterioro progresivo cuando se ven amenazados los controles y equilibrios que se supone impidíann la elección de los demagogos. Para Levitsky y Ziblatt, "el retroceso democrático de hoy comienza en las urnas" y los cuatro indicadores principales a tener en cuenta son:


 - Rechazo  a las reglas democráticas o un compromiso débil con ellas.

 - Negación de la legitimidad de los opositores políticos.

 - Estímulo o tolerancia a la violencia.

 - Disponibilidad para reducir las libertades civiles de los opositores, incluidos los medios de comunicación.


Los autores nos proporcionan ejemplos históricos de cómo actuar en casos como este y ponen de relieve cuando fue necesario que personas con posiciones ideológicas muy diversas y contrapuestas fueran capaces de alcanzar acuerdos para preservar los ideales democráticos, como fue el caso de Bélgica y Finlandia en la década de 1930.


Resulta ser una  trágica paradoja, nos dicen, que la ruta electoral hacia el autoritarismo es que los asesinos de la democracia usen las mismas instituciones de la democracia, gradual, sutil e incluso legalmente, con el objetivo de matarla. Por lo mismo consideran que la sorpresiva victoria de Donald Trump fue posible no solo por la desafección pública sino también por el fracaso del partido republicano de mantener a un demagogo extremista dentro de sus propias filas para ganar la nominación.


Levitsky y Ziblatt son ciudadanos de los Estados Unidos de América y por tanto se muestran muy convencidos que los sistemas diseñados por Madison en la Constitución norteamericana, que ha perdurado por más de dos siglos,  debiera ser suficiente para  para frustrar y contener a demagogos como Trump. Si sobrevivió a la guerra civil, a la gran depresión, a la Guerra Fría y Watergate,  seguramente, podrá sobrevivir a Trump, sostienen.


Sin embargo  las democracias funcionan mejor, y sobreviven más tiempo, donde las constituciones se ven reforzadas por normas democráticas no escritas. Y hay dos normas básicas que han preservado los controles y equilibrios en la mayoría de las democracias del mundo incluyendo la de los Estados Unidos de América. Una es la tolerancia mutua, el entender y aceptar que tu competidor político, por muy opuestas que sus ideas sean a las tuyas, es un rival legítimo. La otra es la contención (o moderación) esto es que los políticos deben ejercer moderación al desplegar sus prerrogativas institucionales. A modo de ejemplo aun cuando esté dentro de tus prerrogativas nombrar a miembros de la Corte Suprema con tus ideas y creencias, no lo harás pues sabes que eso debilitará el estado de derecho.


Estas dos simples normas sustentaron la democracia estadounidense durante la mayor parte del siglo XX. Los líderes de los dos partidos principales se aceptaron mutuamente como legítimos y resistieron la tentación de usar su control temporal de las instituciones para obtener la máxima ventaja partidista. Las normas de tolerancia y moderación sirvieron como las suaves barreras de protección de la democracia estadounidense, ayudándola a evitar el tipo de lucha partidista a muerte que ha destruido las democracias en otras partes del mundo, incluida Europa en la década de 1930 y América del Sur en los años 1960 y 1970.


Hoy, sin embargo, las barandillas de la democracia estadounidense se están debilitando. Ello comenzó en los años ochenta y noventa y se aceleró en los años 2000. Cuando Barack Obama se convirtió en presidente, muchos republicanos en particular cuestionaron su legitimidad, incluso hasta su origen como estadounidense,  y habrían abandonado la tolerancia por una estrategia de ganar por cualquier medio necesario.


El debilitamiento de las democracias en el mundo tiene sus raíces en la polarización partidista extrema, una que se extiende más allá de las diferencias políticas en un conflicto existencial sobre raza y cultura. Y si algo está claro al estudiar las crisis a lo largo de la historia, es que la polarización extrema puede matar a las democracias.


Pero así como las experiencias de otros países nos enseñan que la polarización puede matar a las democracias, también nos enseñan que el colapso no es inevitable ni irreversible. Se debe aprender de otros países que han superado dificultades enormes, “debemos ver cómo los ciudadanos se han levantado para enfrentar a los grandes crisis democráticas del pasado, superando sus propias divisiones profundamente arraigadas para evitar el colapso".


Este libro es muy necesario pues nos recuerda que no siempre las democracias mueren en la oscuridad sino que a veces lo hacen  con las luces encendidas, por personas elegidas por medios democráticos. Pero al examinar la historia podemos obtener información sobre las medidas que cada uno de nosotros puede, y debe, tomar para proteger nuestros derechos  y nuestra democracia.


Carlos Mladinic

europapress