Instituto Nacional y Admisión Justa

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Enrique Goldfarb (columnista)


475 bombas molotov en tres colegios, incluido el “primer foco de luz de la Nación” y 121 detenciones por Fuerzas Especiales. Recuerdo que antes, eran los estudiantes de derecho de la U los que protagonizaban incidentes como las tomas y las protestas, o los estudiantes de Pedagogía de la misma casa de estudios, pero eran estudiantes universitarios, mayores o cerca de los 18 años, una mayoría de edad relativa. Y si no recuerdo mal, a lo más que llegaban era solo a tirar piedras (de ahí el uso de los escudos) Ahora son los impúberes, y con bombas molotov, que son armas a medio camino de ser armas de guerra. Si te agarra una, te quemas vivo, como le pasó a Carmen Gloria Quintana, con todo el escándalo y condenas que eso significó. Ahora, no hay ni un solo juicio y los 121 detenidos saldrán, con toda seguridad, libres para seguir tirando bombas molotov, batiendo el récord de las 475 ya tiradas

Pero, con todo lo que puedan escandalizar estos hechos, no me sorprenden. Los niños son fruto de la sociedad en que viven, de sus padres, de sus profesores, de las leyes que los gobiernan. Ahora los padres hacen una cadena humana alrededor del colegio para apoyar a sus hijos por sus “derechos” o le tiran café a los parlamentarios que buscan el diálogo con los alumnos. Los profesores, que están en huelga más de un mes, gritando consignas fascistas y antisemitas en sus marchas, ya no le hacen caso ni a su presidente, el mismo que incitó a la huelga y las protestas, y que despertó tan ilusorias expectativas que los docentes quieren seguir con el juego. No contentos con eso, insultan a la ministra del ramo en el cementerio.

La guinda de la torta la ponen los parlamentarios que acaban de rechazar el proyecto de Admisión Justa, que busca introducir, parcialmente, la selección en los colegios. La selección, sabemos ya, no es por clase social o nivel económico o racial ni nada de eso. Es por méritos académicos. Se trata de que al menos un porcentaje, logre ser admitido por su capacidad para aprender, y pueda estar en cursos con niños de su nivel. Esto le permitiría los profesores, acelerar la enseñanza y pasar a mayores niveles en menor tiempo o en algún tiempo. La vida no es una burbuja, como se pretende, sino que se trata de ser más capaces para poder prosperar o incluso sobrevivir. Esto hace que sean los niños los que deban preguntar lo que pueden hacer por su país y no al revés. La irrupción tecnológica, de la que tanto se habla y manosea, ya está acá, y hace que sean sólo los más capaces los que van a encontrar oportunidades en el futuro, salvo aquellos que sean socorridos por la caridad pública, que igual depende del bienestar del país, o sea que haya gente capaz.

Pero en vez de exigir que el proyecto vaya acompañado por cursos de nivelación para que los niños puedan enfrentar estos desafíos, se opta por esconder la cabeza bajo tierra, como el avestruz, y negarse a mirar la realidad. Solo falta que se exija a los alumnos que, en vez de cuadernos, lleven su molotov a clases.         


Enrique Goldfarb

europapress