Chile y la próxima cumbre climática COP 25

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Sara Larrau00edn (columnista)

Desde la firma de la Convención de Cambio Climático en 1992, nunca han sido fáciles las negociaciones climáticas. Durante la ultima década, sólo el Acuerdo de París, firmado en abril de 2016 y vigente desde noviembre del mismo año, significó un respiro, luego del fracaso del Protocolo de Kyoto en cuanto a las expectativas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, y el grave retroceso de la comunidad internacional en la Cumbre de Copenhague, cuando se renunció a revertir el cambio climático, cambiando dicho objetivo, por el de evitar un aumento del calentamiento global en más de 2 grados centígrados. Luego de ello, la pequeña luz alcanzada con el Acuerdo de Paris, se opaco rápidamente con la alerta de la comunidad científica advirtiendo que los compromisos nacionales de reducción de emisiones no alcanzaban para el objetivo de mantener el calentamiento en más de 2°C, sino que significaban un incremento de más de 3°C.

Mala noticia a la que se sumó la elección de Trump; su anuncio de retirarse del Acuerdo de París; y luego el informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) que en octubre pasado llamó a los países a reducir en 45% sus emisiones al año 2030 y ser carbono neutral en 2050, si aspiran prevenir un calentamiento de más de 1,5°C.

Finalmente, como si esto fuera poco, en vísperas de la 24ª Conferencia de las Partes (COP 24) en Polonia, en diciembre recién pasado, el presidente Bolsonaro declinó realizar la COP25 en Brasil, pese al compromiso adquirido, poniendo una dificultad adicional al proceso de negociaciones climáticas. En este contexto, la postulación de Chile como anfitrión de la COP25, constituye una importante responsabilidad política con la agenda climática internacional y también una oportunidad para avanzar en la agenda de la Contribución Nacional de reducción de gases de efecto invernadero.

Chile puede aportar liderazgo y ambición en la descarbonización del sector energético, responsable del 78 % de las emisiones de CO2 a nivel nacional, como consta en el reciente inventario presentado por el gobierno en Polonia. Dentro de éste, la industria de la energía representa el 41,5%; y es justamente el sector que analizó la Mesa para el Retiro o Reconversión de Termoeléctricas a Carbón, cuyo cronograma de descarbonización, deberá acordar el gobierno con las empresas AES Gener, Engie, Enel y Colbun, propietarias de las carboneras. Es en esta negociación, durante el primer trimestre de 2019, donde se medirá el liderazgo de Chile en materia climática.

¿Tendrá el gobierno la capacidad de liderar la descarbonización de la matriz eléctrica al año 2030, o perpetuará la quema de carbón por mas de dos décadas, renunciando al liderazgo que hoy le ofrece la tremenda inversión solar y eólica en pleno desarrollo? Las europeas Engie y Enel han expresado compromisos tempranos de descarbonización que podrían también concretar en Chile, pero no hay indicios sobre la voluntad de Colbun y AES Gener. Está por verse entonces si el presidente Piñera será capaz de concretar un liderazgo climático para Chile, o seguiremos al ritmo de las carboneras.


Sara Larraín

Chile Sustentable


europapress