​Aprender de los errores

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Javier Scavia dal p

Para quienes creemos que equivocarse es una oportunidad de aprender, no es menor que tengamos por segunda vez una segunda oportunidad de mandato de un presidente. Ex post, la segunda oportunidad de la actual presidente contuvo ciertamente nuevos errores y, por supuesto, aciertos, pero cabe la razonable duda si efectivamente el segundo período de Bachelet trató de enmendar los errores que cometió, involuntariamente o no, en su primer mandato. Quizás su empeño por dejar un “legado” haya superado su capacidad de sopesar correctamente que los legados tienen partes buenas y malas, y que por cierto no corregir errores cae dentro de la segunda categoría.



Cosa distinta ocurre para el futuro presidente que aún tiene un recorrido de cuatro años, lleno de oportunidades para no volver a cometer los mismos errores que en el pasado, e incluso más, corregir los de la actual administración. Esto pues, a diferencia de lo que ocurre con el común de los mortales, aprender de los errores propios, en política, es crucial. No sólo no volver a cometer los errores de nuestra responsabilidad, sino también no cometer los errores que otros cometieron. Ejemplo de esto, según mi opinión, es mirar la sociedad chilena exclusivamente bajo el prisma del grupo que comparte el poder y una ideología. Cuando esto se hace no es difícil prever, por ejemplo, el estrepitoso colapso electoral de la Nueva Mayoría. Tomar decisiones bajo el alero de un pequeño grupo y hacer inferencia para el bienestar de toda una población es tal vez uno de los errores más comunes de los políticos de nuestros tiempos, error que a su vez es explicado en parte por la comodidad, soberbia y miopía de quienes ostentan, afortunadamente de forma temporal, el poder político de una nación.



Con un nuevo grupo de ministros recién nombrado es difícil hacer críticas objetivas sólo basándose en declaraciones y conductas pasadas. Será entonces responsabilidad exclusiva del próximo presidente dirigir a este nuevo grupo, asegurándose que las promesas electorales tengan un devenir armonioso con un Chile que, no se vuelva a cometer el mismo error de negarlo, ciertamente es distinto en su complejidad y heterogeneidad. Tener en cuenta estos elementos hacen más difícil e incómodo gobernar, no tomarlos en cuenta a estas alturas sería un error con premeditación y, sorprenderse de los resultados, un absurdo o una hipocresía.



Javier Scavia Dal Pozzo

Académico Departamento de Industrias

Universidad Técnica Federico Santa María

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