|   | Alfredo Barriga | 
David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens fueron galardonados este año con el Premio Nobel de Economía, por ser pioneros en el uso de “experimentos naturales” para comprender los efectos causales de la política económica y otros fenómenos. Se trata del desarrollo de la metodología y su aplicación empírica para alcanzar conclusiones sobre el mundo real a partir de datos.
En dos números de mayo de 2017, The Economist ponía en su portada a los datos como el nuevo petróleo de la economía, en el sentido que ocupan el mismo rol e importancia en la economía del siglo 21 que el petróleo hizo en la economía del siglo 20. Cuatro años después, para nadie es ya un secreto que es en los datos donde está el valor intangible más grande y a la vez más importante de las empresas, los gobiernos y la sociedad como un todo. Y – como en muchos otros aspectos relacionados con la era digital – América Latina está quedando muy rezagada en esta materia.
Por lo que dice un reciente artículo de The Economist (Get ready for Fedcoin and the e-euro), mucho más de lo que uno se imaginaría. Escasamente cinco años atrás, la sola idea de un bitcoin emitido por un Banco Central era impensable.
Legislar en contra de cómo funciona un modelo de negocios es terminar con el negocio. Y el proyecto de ley que se está discutiendo en el Parlamento a propósito de garantía básicas laborales de quienes prestan servicios a través las plataformas digitales va en contra del modelo de negocios de éstas.
Las acciones iniciadas por la FTC contra Facebook me llaman poderosamente la atención. Tal pareciera que ser grande y tener una alta participación de mercado es sinónimo de monopolio y de prácticas monopólicas. En su momento Microsoft, privilegió su buscador en su sistema operativo Windows, lo cual efectivamente era una práctica desde una posición de fuerza. Por ello fue forzado a dejar que fuera el usuario quien decidiera qué buscador usar, lo que marcó el comienzo de la dominancia de Google. Pero cosa muy distinta es que haya 2.500 millones de usuarios que usan libremente una aplicación porque es sin costo monetario para ellos.
Anualmente, la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (WIPO por sus siglas en inglés), en conjunto con INSEAD y Cornell University, publican el Global Innovation Index (GII), que examina 131 países en todo el mundo a través de 80 indicadores, para medir la capacidad para innovar y los resultados de la innovación. Esto, a través de dos subíndices: el subíndice de insumos (examina los aspectos que generan un entorno favorable a la innovación) y el subíndice de producción de la innovación (examina el resultado de la innovación dentro del país). Los subíndices se componen de 7 pilares, los cuales a su vez miden un total de 21 variables. Ambos subíndices tienen el mismo peso. El puntaje del índice final va desde 0 a 100.
Habitando en el mundo digital, imposible no comentar la película “Dilema de Redes Sociales” (Social Dilemma) que ha sido un hit en Netflix, y se une a otro documental de la misma (“Nada es Privado”). Aquí van los hechos objetivos.
Me acaba de llegar una invitación del MIT para certificarme en Transformación Digital. Según el brief, “este Certificado Profesional en Transformación Digital prepara a los participantes para entender el nuevo paradigma digital que presenta la revolución tecnológica que estamos viviendo, así como las tecnologías clave que están detrás de esa revolución.
Este año el Informe de Desarrollo del Banco Mundial describe en detalle el impacto que las cadenas globales de valor (Global Value Chains o GVC, en inglés) han tenido en el desarrollo económico de los países, aumentando el PGB, mejorando las rentas, generando transferencias tecnológicas, promocionando PYMES locales y aumentando el capital humano.
Los profesores universitarios – y supongo que los de todo el ciclo de enseñanza – estamos inmersos en un enorme cambio de paradigma en la educación, revolucionario y fascinante.