​El cobre para la NM

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Enrique Goldfarb

Tenía dos posibilidades para escribir esta columna. Una, era alabar la bondad del nuevo gabinete de Piñera y pronunciarme sobre los desafíos que tendrán. Pero leyendo la prensa, veo que eso está más que cubierto. Así que me vuelco a la segunda posibilidad, que es la que más me gusta: pelar a la izquierda.


Tengo la firma convicción que la izquierda no es capaz de construir nada y que su única meta es redistribuir o regalar a diestra y siniestra para comprar voluntades que le permitan seguir disfrutando de los placeres mundanos, sensoriales, que brinda el poder. Y además dárselas, inapropiada e injustamente, de conductores de la Nación (el tono hostigosamente maternal de Bachelet en sus infinitas apariciones propagandísticas), ya que no conducen a nada. Ni que hablar de las expropiaciones de toda índole, que incluso alcanzan hasta a la clase media, como el 5% de cotización, felizmente truncada.

Hasta la línea 6 del Metro, que podría pasar por obra, falla a cada rato.


El cobre, la viga maestra de la izquierda


Agotada por el momento la vía de seguir extrayendo recursos del sector privado- una nueva reforma tributaria, la reforma al código de aguas, un nuevo royalty, la expropiación de empresas estratégicas quedaba para un gobierno más progresista que el actual- las posibilidades de seguir “haciendo el bien” residían única y exclusivamente en el precio del cobre. En su ceguera, piensan que la pérdida del poder se debió a que el metal estaba por el suelo, como si el crecimiento económico tuviera el metal como piloto automático.


Las expectativas, o los instintos animales de Keynes


La verdad es que un gobierno que ha demonizado el lucro, que ha tratado pésimo a los empresarios, que se ha cebado con regulaciones y controles tendientes a asfixiar el sector privado, tiende a repeler a los inversionistas. Usando la terminología de Keynes, en lugar de incitar instintos animales, esos que visceralmente impulsan a los inversionistas a crear y expandir empresas, la izquierda es una perfecta mata pasiones. La actividad que quedó es la que estaba, ya que en el corto plazo no se puede mover. Y aquella que apostó igualmente sus fichas, lo hizo con la esperanza de que viniera un cambio de gobierno, más de acuerdo con la modernidad, con los tiempos que se viven, con la realidad. Sin duda que un mejor precio del cobre beneficiará al nuevo gobierno, pero ello solamente para empinarnos aún más por sobre el crecimiento mundial. La economía social de mercado, en un marco de tolerancia como en el pasado, sobrevivió a los malos ciclos el cobre, con resultados más que satisfactorios. Pero para un gobierno de izquierda, un mal precio del cobre es la lápida definitiva, como le sucedió a la NM y como le está sucediendo a Maduro, en Venezuela, con el colapso del precio del petróleo.


Enrique Goldfarb

Economista

europapress