En 1909, un crimen sacudió a Santiago: el llamado caso Beckert, el crimen de la Legación Alemana. El cadáver carbonizado hallado en el incendio parecía irreconocible, pero fue la mirada aguda de un odontólogo chileno la que dio a luz.
Germán Valenzuela Basterrica, director de la Escuela Dental de la Universidad de Chile, utilizó la evidencia dentaria —obturaciones , extracciones, desgastes— para demostrar que el cuerpo no pertenecía a Beckert. Fue una pericia odontológica la que permitió esclarecer el crimen, dándole a nuestra disciplina un lugar insoslayable en la historia judicial y científica del país.
Ese episodio, que hoy parece de novela policial, nos recuerda que nuestra ciencia no solo sana bocas: también restituye identidades, aclara verdades y defiende la justicia.
Marco Mora, cirujano dentista
