Las razones de Milei para suprimir el Banco Central

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Francisco Pinochet



Cunden las “fake news” por todas partes y un amigo que se dice liberal me espeta que el economista Guy Sorman habría descalificado al Presidente de Argentina, Javier Milei, por su idea de eliminar el Banco Central de ese país. Le digo que no me lo creo, y como me considero más liberal que él,  reviso en el Diario El País la columna de tan distinguido pensador titulada “Buenos Aires, capital de todos los excesos” del 27 de agosto de 2023, en la cual constato que, por el contrario, lo que dijo exactamente Sorman fue que la propuesta de Javier Milei de suprimir el Banco Central y dolarizar la moneda tiene sentido, reflexionando en seguida sobre las causas de porque alrededor del 60% de la población en ese país vive por debajo de la línea de pobreza.


Aclarado el tema mi amigo me responde que aun así tiene dudas de la razonabilidad de esta idea. Yo le digo que Milei tiene toda la razón porque el Central en ese país siempre va a estar controlado por el poder político. Entonces van a imprimir sin respaldo monetario y causar inflación -incluso   estanflación- de manera permanente. Y quienes salen extremadamente perjudicados son los más pobres de ese país los que alcanzan el 60% de la población. Entonces la dolarización aparece como una muy buena idea. Agreguemos a esto que en nada molesta al resto de la población –los más acomodados- porque ellos sí utilizan dólares. Como dice Sorman, “la dolarización de Argentina ya es una realidad para las clases prósperas, que realizan todas las transacciones en dólares; la inflación les afecta poco”.


El experimento más contemporáneo y vigente de países que no tienen Banco Central, es el de los miembros de la Unión Europea. Al interior de cada uno de ellos no existe este regulador. Se guían hasta en sus tasas del interés por el Banco Central europeo. Su Consejo de Gobierno es el principal órgano rector y está formado por los seis miembros del Comité Ejecutivo, más los gobernadores de los bancos centrales nacionales de los países de la zona del euro. De esta forma se consigue su autonomía. Entonces cabe preguntarse ¿tiene este rasgo esencial el Banco Central argentino? La respuesta es categóricamente negativa, ya que el presidente, el vicepresidente y los directores son designados por el Poder Ejecutivo Nacional con acuerdo del Senado de la Nación, duran 6 años en sus funciones y pueden ser designados nuevamente. Por lo tanto, en las últimas décadas ha sido controlado al antojo del Poder Ejecutivo y por los políticos peronistas y kirchneristas. En Chile, el sistema de designación es similar. El Consejo tiene 5 integrantes, cada uno designado por un período de 10 años, los que son designados por el Presidente de la República mediante Decreto Supremo, previa aprobación de los mismos mediante mayoría simple en el Senado.


Y siendo tan semejantes lo sistemas de nombramiento, ¿qué hace que en Chile el Banco Central no esté coactado por los partidos políticos? Las respuestas son dos. En primer lugar, la mayor duración en el cargo de los consejeros chilenos que los de su par argentino. Y en seguida una práctica republicana –para denominarla de alguna forma-  consistente en el consentimiento del gobierno de turno y la oposición política respectiva, de permitir el paso de manera alternada, uno a uno, de consejeros que cuentan con el visto bueno del gobierno y en la elección siguiente de la oposición. Este sistema, no regulado legalmente, sino pactado “políticamente”, permite que ingrese un consejero de una sensibilidad política –por denominar así a la preferencia del candidato por el sector partidista que los respalda- y que el próximo consejero sea de una sensibilidad opuesta al ya anteriormente nombrado de esta forma. eso sí, cualquiera sea el candidato -propuesto por el gobierno o la oposición- siempre se velará el por alto perfil profesional y técnico en los elegidos.


Pero este sistema republicano de “alternancia” no existe en Argentina, donde el peronismo ha impuesto mayoritariamente a sus candidatos. De ahí que se opte por candidatos eminentemente políticos, sin un perfil técnico adecuado y/o en los cuales pesan decididamente las exigencias del gobierno de turno de financiar el derroche fiscal imparable.


Claro, si se enfoca el tema solo desde un punto de vista de política monetaria es obvio que un Banco Central siempre será necesario, sea interestatal o nacional.



Pero el problema es que en Argentina no es factible que el Banco Central pueda cumplir con esta función. Coactado por la clase política, siempre será usado para emitir más moneda sin respaldo. Y se va aumentar la inflación ilimitadamente como había ocurrido hasta ahora –con la llegada del Gobierno de Milei. Entonces surgen razonables medidas más drásticas como cerrarlo y dolarizar la economía, como única forma de controlar la inflación y el déficit fiscal permanente.


Francisco José Pinochet Cantwell

Doctor en Derecho

Universidad Nacional de Rosario, Argentina

LL.M California Western School of Law



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