¿Llorar por la leche derramada?

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Germau0301n Pinto (1)


Llorar por la leche derramada es una expresión que significa lamentarse por las cosas que ya no tienen remedio, y me parece que la autoridad económica llora por los 8,499 millones de dólares que dejará de recibir por el “gasto tributario” que el Servicio de Impuestos Internos (SII) calculó para el año 2023 en el marco de la preparación de la ley de Presupuesto 2024.


Según ha trascendido, es una información que la Dirección de Presupuestos (Dipres) solicita al SII para tener conocimiento de los recursos que no contará para financiar los gastos fiscales, ejercicio que algunos políticos motivados por acrecentar al Estado más que la solución de los problemas sociales, aprovechan para enrostrar esa carencia de recursos y cómo podrían satisfacer las necesidades sociales tan vehementemente demandadas si el ente estatal protagoniza tal actividad.


Sin duda que esa observación es totalmente correcta, porque es evidente que una exención o beneficio tributario implican menos recursos para el Fisco.


Para este ejercicio, la situación es la siguiente: en 2.704 millones de dólares (2,7 puentes del Chacao) se ve menguada la recaudación por beneficios y exenciones vinculadas al ahorro y la inversión; 1.368 millones en fomento para las pymes; 1.298 millones por estimulo al sector inmobiliario, 880 en educación, 500 millones en salud; 494 millones en transporte, 21 millones en beneficencia y el resto para llegar a los 8,499 en aportas a regiones, seguros y otros diversos.


¿Vale la pena llorar por esos recursos que no se recibirán?

La respuesta es contundente: no.


Pensar que el Fisco no recibirá esa cantidad es ver el vaso mitad vacío porque, de aplicarse el supuesto que los recursos están correctamente asignados, cada una de las cifras que señalé anteriormente son recursos que fueron directamente recibidos por cada uno de esos rubros.


En vez de que los 8.499 mil millones hubieran ingresado al erario nacional a través de la recaudación fiscal, el 30% de aquellas hubiera sido destinada a burocracia, es decir, a sueldos del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial, como también a defensa y otras áreas que componen la administración del Estado. El 70% restante se destinaría a gasto social que se dividiría entre previsión, vivienda, salud, educación y otros menores de igual naturaleza.


Lo anterior es palmario y rigurosamente ejecutado, porque en virtud del principio de no afectación que campea en nuestra Constitución y que se mantiene en el proyecto que se está discutiendo, toda la recaudación fiscal debe ingresar a un fondo común y no es posible destinar recursos reservados o predefinidos.


La mirada optimista de las cifras es que, en vez de aplicar la distribución que ya señalé, los recursos que fueron destinados a ahorro, inversión, fomento de pymes, sector inmobiliario, etc., fueron recibidos totalmente en esas cantidades, siendo en este caso, una forma eficiente de asignar recursos pues, en vez de realizar el derrotero general que todo ingreso debe realizar (30% burocracia y 70% gasto social), el gasto tributario es recibido en su totalidad por el sector beneficiado.


Es así como cada cantidad señalada por cada sector u objetivo beneficiado llegó en su totalidad, potenciando cada rubro de acuerdo con la aplicación de los distintos proyectos favorecidos por la rebaja tributaria.


Este mecanismo que yo llamo de “eficiencia tributaria”, permite que cada contribuyente decida en qué se gastan sus impuestos, pues al utilizar un beneficio tributario que favorece a las donaciones, se está dirigiendo expresamente el tributo rebajado, a la actividad que se deseó ayudar. Así también se aplica la misma lógica para estimular algún sector incipiente o deprimido.


Es así como el miércoles de la semana pasada, el ministro de Hacienda en su presentación del Estado de la Hacienda Pública anunció que prontamente ingresará al Congreso un proyecto de ley que incluirá beneficios tributarios que incentivarán la adquisición de viviendas nuevas. Esto será una rebaja en el Impuesto a la Renta tanto de trabajadores, independientes y también empresas.


Como se puede apreciar, llorar por los ingresos que no serán recaudados no es provechoso en estos momentos, sino que debemos preocuparnos en cómo hacemos crecer nuestra economía, siendo los beneficios tributarios la herramienta por antonomasia que pueden motivar y direccionar las asignaciones de recursos de los particulares hacia las actividades que tienen un importante efecto en el dinamismo de la economía y que son potentes en la generación de empleo y, por ende, mayor riqueza para los hogares.


Prof. Germán R. Pinto Perry

Director Programas de Especialización Tributaria

Centro de Investigación y Estudios NRC

Universidad de Santiago

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