Desnutrición infantil en América Latina

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Una forma de violencia que experimentan de manera sistemática los países de América Latina y el Caribe, es sin duda la ausencia de alimentos en las mesas de las personas que habitan los sectores vulnerables, lo que ha ocasionado que para finales de 2021 el hambre sea ubicado en su techo más altos, en los últimos 20 años. Se estima además que en el periodo de pandemia 2019 a 2020, el hambre recrudeció a niveles nunca visto, alcanzando un crecimiento en un promedio aproximado del 30%.

Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) durante el desarrollo de la pandemia global, estima que, en tan solo un año, el número de personas que sufren el mal del hambre, se incrementó en más de 13,8 millones de personas, con lo cual se tendría que la población que convive con este fenómeno, habría alcanzado un total aproximado de 59,7 de millones de ciudadanos.

La Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de la Organización de las Naciones Unidas señala que América Latina y el Caribe enfrenta una acelerada crisis en su seguridad alimentaria, se estima que el aumento de las personas hombres, mujeres y niños con hambre ha alcanzado un promedio del 70% en el periodo comprendido entre 2014 y 2020, y agravada durante la pandemia.

El hambre que azota y mata de manera inmisericorde a miles en el continente, se ha convertido en uno de los problemas más graves que enfrenta la humanidad, la población que mayormente sucumbe frente a esta crisis alimentaria son los pobres que viven en las zonas vulnerable o los suburbios de las grandes ciudades, en la zona rural y campesina, es a ellos a los cuales les hace falta todo, son quienes viven con un dólar diario y no pueden acceder ni siquiera a la alimentación básica.

El Hambre genera una mal nutrición y obesidad en adultos y con mayor fuerza en niños, se tiene estadísticas generada por la Encuesta “Condiciones de Vida” del INEC que mide el nivel de vida o bienestar de la población ecuatoriana desde varias dimensiones, al mismo tiempo mide los recursos económicos que disponen los hogares para satisfacer sus necesidades, sostiene que de cada 4 niños menores de 5 años, 1 tiene desnutrición crónica, la cual se evidencia en una baja talla y un bajo peso para la edad y presencia de anemia severa.

La malnutrición en los niños menores de 5 años es una situación grave, revela que el hambre y la mala alimentación nos está ganando la batalla, los niños con problemas de desnutrición crónica y con anemia severa son presa fácil de diferentes taras sociales. Estiman los expertos que un niño con mala nutrición ve reducida su capacidad intelectual y el futuro que le espera es la pobreza, por tanto, el hambre y la desnutrición se han vuelto una “máquina para crear nuevos pobres”.

Para el caso ecuatoriano, la situación es más alarmante, se sostiene que la población que vive en el sector rural e indígena este mal se duplica, por tanto, se tendría que a diferencia de los que viven en el área urbana, de cada 4 niños 2 tendrían desnutrición crónica, lo que equivale al 50% de la población de los infantes, que sufre este mal producido por la inseguridad alimentaria.

Es necesario tener en cuenta que la desnutrición infantil es un fenómeno social que impacta de forma negativa para el desarrollo de los niños y esta tiene lugar no solamente por una alimentación baja de nutrientes, sino que es una cadena que va incluso desde la procreación del niño, luego las condiciones de desarrollo dentro del vientre de la madre hasta que nace y se va desarrollando en un hogar carente de los servicios más elementales.

La desnutrición infantil y la mala nutrición en su conjunto es un problema de salud pública, en donde la responsabilidad recae en el Estado y en sus diferentes niveles de gobiernos a nivel nacional. Ellos son los responsables de velar por una mejor calidad de vida de la población, pues tienen la obligatoriedad de desarrollar políticas públicas que garanticen un mayor bienestar y una vida saludable.

Se menciona que el problema de la desnutrición no se debe específicamente a la falta de alimentación, si bien es cierto la alimentación mal administrada o el padecimiento de hambre de manera permanente, es la principal causante de la desnutrición, pero también a esto se suma la ausencia de viviendas sin los servicios básicos, sin acceso al agua potable o agua segura.

El desafío que tienen los gobernantes de Latinoamérica y el Caribe, es frenar el hambre, desarrollar políticas públicas para detener la mal nutrición en nuestros niños, garantizar el acceso a la alimentación de los pobladores, facilitar el acceso al agua potable o agua segura, desarrollar acciones que conduzcan a las naciones a enfrentar de manera exitosa la crisis alimentaria del presente y prepararse ya que según anuncia la Organización de Naciones Unidas, se avecinaría una gran hambruna.


Prof. Félix S. Pilay Toala

Doctor. Economista, Magister en Administración Pública.

Pontificia Universidad Católica del Ecuador sede Santo Domingo

Fpilay487@pucesd.edu.ec

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