Grandes valores del tango

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Gabriela

Cuando era chica, durante el siglo XX, en Montevideo, no teníamos TV cable, sólo un televisor con una perilla que nos permitía ver apenas cuatro canales de televisión. Por lo general, la selección de los programas que mirábamos como familia no era muy democrática, ya que eran los adultos los que elegían. Ése era el panorama todos los días de la semana, donde además, sagradamente a las 8.00 PM se veía el informativo, con excepción del domingo en la tarde cuando mi abuelo venía de visita y mirábamos un programa que se llamaba “Grandes valores del tango”. Por esta razón, y como además esto se repetía todos los domingos, es que aprendí muchos tangos y más tarde, además de cantarlos entendí las letras y sus mensajes. Los tangos, comentaba mi abuelo, siempre decían verdades de la vida. 


Muchos de ellos se cantaban en lunfardo y siempre tenían algún mensaje y harto de sabiduría popular. Hubo un tango que siempre me gustó mucho y que además, varios años después fue adaptado por una banda de rock. Ese tango se llama “Cambalache”. Como consecuencia de su adaptación, es que en la actualidad muchísimos adolescentes y jóvenes, sino todos, conocen la letra de “Cambalache”, de Enrique Santos Discépolo. Comento esto, porque la verdad es que lo que estamos viviendo en octubre 2021 y desde hace unos meses en Chile, se parece tristemente a un cambalache por varias razones. 


Es cierto que tal como dice el tango “siempre ha habido chorros, Maquiavelos y ‘estafaos’,

contentos y ‘amargaos’, valores y doblé”, y también es muy cierto que lo que estamos viviendo hoy en día es: “un despliegue de maldad insolente”. Hago referencia a esta última frase, porque ya no importa el bien común, ahora solo priman los intereses personales y eso “ya no hay quien lo niegue”.  Tal como dice el profético tango “vivimos ‘revolcaos’ en un merengue y, en el mismo lodo, todos ‘manoseaos’”. 


Por eso tenemos que unirnos y hacer algo para salir juntos de este lodo, para que vuelva a primar la cordura, y para que Chile vuelva a ser un país confiable, donde se respeten los tratados y la propiedad privada a nivel país y también a las personas. Que la inversión retome el ritmo al bajar la incertidumbre y vuelvan a generarse empleos y que todo esto termine siendo un sacudón que nos va costar caro, pero que de a poco podamos salir adelante; que la inflación retome su trayectoria de años anteriores y muchos puedan volver a soñar con una casa propia, algo que hoy dado el alza de las tasas se aleja cada vez más.


Así seguía la letra del tango: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador. Todo es igual, nada es mejor”, pero el tango se equivoca, porque tristemente no todo es igual. Nos acercamos a las elecciones y no todo es igual, hay propuestas que son mejores, quizás sean menos generosas en algunos aspectos y tenemos que ser capaces de hacer ver esto a los votantes que son quienes de verdad cuentan más allá de las encuestas. A los votantes que hacen ruido y a la gran mayoría silenciosa que quiere seguridad, paz, poder pagar sus cuentas a fin de mes, reparar sus casas, conseguir empleo y hacer realidad sus sueños. 


La canción seguía: “Lo mismo un burro que un gran profesor, no hay ‘aplazaos’, ¿Qué va a haber?, ni escalafón. Los inmorales nos han ‘igualao’”, y finalizaba con una frase para el bronce: “¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón”. Y así estamos hoy, todos queriendo opinar como expertos en los diferentes temas, sin serlo. Sin duda que es muy importante escucharnos, pero no todos somos expertos en todo y sería bueno reconocer a quienes sí lo son. Mal podríamos algunos realizar una operación a corazón abierto, sin embargo, por “como se ha ido mezclando la vida”, hoy todos somos economistas y eso hace que la evidencia empírica se vea muchas veces atropellada por ideales o consignas que no es posible materializar y así es como vemos “llorar la Biblia junto a un calefón”, citando nuevamente al tango. 


Quiero un país donde la frase: “El que no llora no mama y el que no afana es un gil”, no sea una realidad, donde vuelva la seguridad. Anhelo un Estado donde el que robe sea perseguido y castigado con todo el peso de la ley, porque no quiero que, como dice el tango: “Nos encontremos en el horno”. 


Gabriela Clivio, CFA


Economista, Founding member CFA Society Chile

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