​Transformación estructural: Expertos proponen estudiar mejoras al modelo económico de mercado

|

Actividad


En medio del contexto actual que vive el país en materia económica se realizó la conferencia “Propuestas de re-emprendimientos para Chile”, la que tuvo como objetivo entregar un diagnóstico común acerca de la economía chilena.

En el corazón de la crisis social en Chile, está tanto (i) un mercado que ha ido -y sigue- beneficiando de forma desproporcionada solo a un grupo pequeño de nuestra sociedad, como (ii) un Estado, que ha ido creciendo paso a paso de acuerdo al crecimiento de la economía, pero que ha estado -y sigue- capturado por intereses partidistas, ajenos al bien común de nuestra sociedad. De esta forma, el crecimiento económico -y los impuestos que ha permitido ir recaudando-, no ha beneficiado de forma suficiente a la sociedad en Chile.


Acerca del Mercado:


Claudio Bonilla, profesor titular del Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información (DCS) de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile; Jeannette Von Wolfersdorff, directora ejecutiva de Observatorio Fiscal y John C. Edmunds, profesor de Finanzas de Babson College y doctor en Administración de Empresas de Harvard concordaron de que es esencial volver a entender que el mercado debería funcionar en beneficio de la sociedad, con mayor competencia, menores asimetrías de información y más vínculo y beneficio para la sociedad. Es esencial poner la atención desde lo macro hacia lo micro, para impulsar una transformación de nuestra economía que se caracteriza por ser concentrada y extractiva, basada en estructuras oligopólicas, de poca complejidad con baja innovación y cooperación. Además de las consecuencias negativas actuales e históricas de este modelo, hay actualmente un elevado riesgo adicional de efectos adversos para la sociedad, en el marco de la IV Revolución Industrial.

En este sentido, los expositores concordaron que es el momento preciso de realizar una mejora de nuestro modelo económico de mercado en Chile, con el objetivo de que este permita, de forma medible, generar más competencia, innovación y movilidad social. Debería ser una fuente de oportunidades, no de desigualdades, y además, consensuar su desarrollo con el debido cuidado del patrimonio natural y enfrentar de forma transparente preguntas acerca del financiamiento de una sociedad, en momentos cuando el empleo propende a la (semi) automatización. De esta manera, en Chile no debemos poner el foco en solo remediar la falta de movilidad social o la desigualdad de forma ex post vía transferencias y impuestos, sino deberíamos encaminar una transformación de la economía en Chile, con el fin de que sea motor de movilidad social e innovación.

Claudio Bonilla, Jeannette Von Wolfersdorff, y John C. Edmunds concuerdan que además de desafíos específicos acerca del modelo económico chileno, casi todas las economías del mundo enfrentan hoy el problema estructural de una excesiva desigualdad de capital e ingresos, que distorsiona el equilibrio sostenible de poderes en las democracias. A nivel de capital, esa desigualdad está en relación con la posibilidad que tiene un pequeño grupo de personas con más ingresos -o de personas que han heredado capital- de realizar inversiones en instrumentos financieros, empresas o valores inmobiliarios. Las rentas de esas inversiones son superiores a las rentas del trabajo, por lo que los países van conformando desigualdades estructurales, que dividen las sociedades en dos “clases”, que son difíciles de permear: los que tienen capital, o los que solo pueden ofrecer al mercado su propio empleo, que además corre riesgos de sufrir de la (semi) automatización dentro de los próximos 20 años. Múltiples países de la OECD enfrentan altos niveles de concentración de capital, y Chile, destaca entre ellos. Según datos de OECD/Credit Suisse, dentro de la OCDE, Chile es el país que sostiene más desigualdad de capital en manos del 1% mejor acomodado, incluso superior a la concentración en EE.UU. Asimismo, sostiene una movilidad social frágil. Así, según análisis de la OECD (2018), 54% de los chilenos tiene la percepción es importante tener padres educados para seguir adelante (comparado con un 37% en promedio de la OECD). En relación con ello, está el hecho de que el estatus económico de los padres de una persona se correlaciona con su probabilidad de avanzar en el mercado. Según OECD, en Chile, se podrá demorar hasta 6 generaciones para personas nacidos en el último decil, para llegar al ingreso promedio de la sociedad. Repensar niveles mínimos de equidad para nuestra economía -y un máximo de concentración deseada- implica volver a los orígenes de la filosofía del mercado. Ya fue Adam Smith, el padre de la economía moderna, quien planteó que el modelo debería tener un mínimo de equidad para su funcionamiento sostenible.

A ello, cabe agregarse un desafío de datos, dado que la información disponible para Chile no considera de forma íntegra los ingresos del primer decil, los que probablemente están sub representadas. La data acerca de la desigualdad a nivel del capital tampoco tiene la calidad requerida para medir continuamente la desigualdad efectiva, así como poder detectar a tiempo sus mejoramientos o retrocesos.

En este sentido, Bonilla, von Wolfersdorff y Edmunds indican que es hora de no solo remediar la falta de oportunidades en nuestro mercado de forma ex post, sino más bien repensar las causas de las desigualdades de capital e ingresos, dentro de una generación o entre generaciones, con el fin de introducir mejoras en estructuras económicas que parecen más bien dinásticas -expresión recientemente utilizado por el fundador de Microsoft, Bill Gates, en una nota a fin del 2019 sobre el sistema tributario y la concentración de riqueza en EEUU-.


Acerca del Estado


Bonilla, von Wolfersdorff y Edmunds indican que el Estado -todos los poderes del Estado- tienen la responsabilidad de avanzar en el necesario mejoramiento de la calidad del gasto público, con foco en su pertinencia y eficiencia, y una rendición de cuentas acerca de sus objetivos, metas y resultados. En este sentido, se espera que los partidos políticos se comprometan a apoyar e impulsar reformas que permiten que nuestro país se ponga al día en la forma cómo mide y transparenta el desempeño de su gasto; es decir, el dinero de todos. En línea con ello, debe impulsarse, además, lo antes posible, una reforma estructural al empleo público, para permitir que el Estado sea fuente de oportunidades, y no de capturas políticas partidistas, igual como en el mercado.


Propuestas


Bonilla, von Wolfersdorff y Edmunds indican querer analizar de forma coordinada varios de los fenómenos mencionados, con el fin de aportar a un diagnóstico detallado en común, que permite realizar propuestas de acciones concretas.

Aparte de una agenda social transformadora, lo más apremiante que debería realizar nuestro país, con el fin de (i) financiar dichas demandas sociales, y (ii) crear más oportunidades y más justicia social dentro de la propia economía:


1. CREAR UNA ECONOMÍA con más complejidad económica, más competencia, más movilidad social, que además sea sostenible. Entre otros, requiere:

a. Que el Gobierno mejore de forma urgente los datos disponibles para medir la movilidad social, y la desigualdad a nivel de capital e ingresos.

b. Que cada uno dentro de su ámbito, Gobierno y gremios empresariales, se comprometan con metas medibles de corto/mediano/largo plazo, para mejorar la movilidad social; así como para reducir la desigualdad de ingresos y capital, que es una muestra de un mercado que no está funcionado de manera eficiente y competitiva.

c. Que el Gobierno y empresarios en conjunto capitalicen un Fondo Público relevante, que tiene la finalidad de:

i. Entregar capital de riesgo -u otras formas de financiamiento- para financiar la creación de una nueva clase de empresas de mediano tamaño que trabajan basado en conocimiento;

ii. Acompañar el aumento de innovación, complejidad económica, y movilidad social (a nivel de ingresos y capital), con datos oportunos, transparentes y de calidad. Lo anterior, también requiere crear una nueva categoría de tamaño de empresa, para empresas medianas, con ventas entre 5 MM USD - 100 MM USD, un segmento que está entre los PYMES actuales, y las grandes empresas. Es esa clase de empresas que debería contribuir -de forma diversificada- al aumento de conocimiento en nuestra economía.

d. Que las empresas hagan compromisos medibles en materia social, medioambiental y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés) y que los gremios e inversionistas instalen pisos mínimos en esta materia.

e. Que se haga una revisión exhaustiva de los principales mercados oligopólicos y que se plantean propuestas para su regulación. En línea con ello, se debe crear un Observatorio de Precios, con datos de calidad, que permiten comparar precios en Chile, en especial de mercados mono/oligopolísticos, con precios de otros mercados.

f. Que entre Gobierno, empresas y ciudadanos se acuerden objetivos y metas de corto/mediano/largo plazo, para un consumo responsable.


2. Desde el Gobierno, impulsar un debate y acuerdo transversal, acerca de las formas de tributación sobre el CAPITAL. Debería abrir seriamente el debate sobre las herencias, o impuestos sobre grandes capitales que se mantienen sin movimiento durante un período, o sobre la entrega de capital como aporte único, en el marco de la actual crisis social en Chile (va en línea con punto 1.c).


3. COMPROMETER a los PARTIDOS POLÍTICOS a mejorar la CALIDAD DEL GASTO PÚBLICO, y reformar su medición y transparencia, así como comprometerse con la tan necesaria reforma al empleo público, con el fin de que este sea de calidad, y sin capturas políticas.

europapress