Francisco Javier González Puebla



Francisco Javier González Puebla

Durante más de una década, millones de personas, en diferentes naciones y zonas horarias, se han unido para el apagón simbólico en La Hora del Planeta.

Los precios del petróleo avanzan rápidamente, apoyados por el optimismo en torno al lanzamiento de la vacuna y nuevas pruebas de su eficacia para prevenir más contagios.

Los mercados petroleros solo pueden ver este tira y afloja entre un COVID-19 que se propaga rápidamente, junto con una distribución desigual de vacunas.

Con cauteloso optimismo nos despedimos del 2020. La creciente probabilidad de que se disponga de una vacuna segura y eficaz ha alterado las perspectivas de la economía mundial, con ello de la demanda de petróleo

No hace falta decir que un mundo posterior a una pandemia se verá muy diferente y la industria petrolera será un testimonio de eso, como todos los demás que el COVID-19 ha afectado.

El objetivo hacia una economía circular es una de las muchas iniciativas que se están llevando a cabo dentro del tema más amplio del impacto ambiental de la humanidad. Dentro de las industrias química y de refinación, existe un enfoque creciente en cómo la tecnología y la investigación se pueden aplicar para respaldar la reingeniería de muchas cadenas de valor de productos, reduciendo así el impacto ambiental de productos específicos a lo largo de todo su ciclo de vida.

Dejando a un lado los shocks de demanda a corto plazo, la pandemia ha desencadenado cambios estructurales a largo plazo en los patrones de demanda, que tendrán implicaciones políticas masivas para las naciones productoras de petróleo, particularmente aquellas que dependen en gran medida de los ingresos petroleros para equilibrar sus presupuestos.

La transición a operaciones sostenibles vendrá a través de tecnologías emergentes e innovaciones revolucionarias.

El mercado del petróleo se enfrenta a varios vientos en contra. La oferta está aumentando, el crecimiento de la demanda se enfrenta a una desaceleración, las existencias son altas, las compras chinas se ralentizarán y la refinación mundial de petróleo se dirige a la temporada de mantenimiento. 

COVID-19 continúa teniendo un costo económico y emocional a nivel mundial, pero lo que también ha hecho es ayudar inadvertidamente a la OPEP a finalmente ganar su larga batalla por la participación e influencia del mercado petrolero.

La OPEP comenzó a perder cuota de mercado en 2016 con el levantamiento de una prohibición de exportación de crudo estadounidense en diciembre de 2015, y desde entonces ha estado jugando un tira y afloja entre equilibrar la oferta y la demanda y recuperar la cuota de mercado.