La reciente decisión del Consejo del Banco Central de Chile de reducir la tasa de interés a 4,75% no ha pasado desapercibida en los círculos económicos. Esta nueva baja, en línea con la trayectoria descendente que viene desde mediados de 2023, busca sostener la reactivación económica en un contexto de inflación en retroceso y un consumo aún debilitado. Sin embargo, más allá de su carácter técnico, la medida genera una serie de efectos que merecen ser analizados desde una mirada más amplia.
Por un lado, la baja de la tasa rectora constituye un alivio para los hogares y empresas endeudadas. Los créditos, especialmente los de consumo y comerciales, se tornan más accesibles, lo que podría impulsar la inversión privada y el dinamismo del consumo interno. En una economía que ha mostrado signos de estancamiento y una recuperación más lenta de lo esperado, esta decisión actúa como un estímulo directo al crecimiento.
No obstante, las señales no son completamente alentadoras. La medida también puede interpretarse como una respuesta a un entorno económico aún frágil, con expectativas moderadas de expansión y una inflación que, si bien se ha moderado, aún no logra anclarse completamente dentro del rango meta. Es decir, el Banco Central baja la tasa no porque todo esté bien, sino porque el impulso sigue siendo necesario.
Además, la reducción de la tasa puede tener efectos sobre el tipo de cambio. Un peso más débil, producto de menores tasas de interés, puede encarecer las importaciones y ejercer presión sobre los precios internos. En un contexto donde los márgenes del control inflacionario son estrechos, este podría ser un factor para monitorear de cerca.
También cabe preguntarse si esta señal monetaria será suficiente por sí sola. El crecimiento económico de largo plazo requiere de más que estímulos financieros: se necesita inversión pública eficiente, mejora en la productividad, certezas institucionales y políticas públicas coordinadas. La tasa de interés es una herramienta poderosa, pero no es mágica.
En definitiva, la decisión del Banco Central de reducir la tasa a 4,75% es coherente con el escenario actual, pero también revela una economía que todavía necesita apoyo para despegar. El desafío será lograr que este impulso se traduzca en crecimiento real y sostenido, sin comprometer la estabilidad que tanto costó recuperar.
Dr. Francisco Javier González Puebla
Director Carreras Administración
CFT-IP Santo Tomas – Viña del Mar