MADRID, 18 Jul. (EUROPA PRESS) - El Partido Liberal Democrático del primer ministro de Japón, Shigeru Ishiba, y su tradicional socio de Gobierno, el Komeito, intentarán revalidar, frente a una ultraderecha emergente y una oposición tan animada como dividida, su mayoría en las elecciones al Senado de este domingo tras el varapalo de octubre en la cámara baja de Cámara de Representantes, donde se quedaron en minoría frente al Partido Democrático Constitucional del ex primer ministro Yoshihiko Noda y el resto de formaciones contrarias.
En este escenario está por ver el resultado que obtendrá el nuevo partido de ultraderecha Sanseito -- el partido Hazlo Tú Mismo -- que lidera Sohei Kamiya, una formación aparecida a la sombra de la pandemia y en canales de YouTube que aspira, en el mejor de los pronósticos, a hacerse con entre 10 y 15 de los 125 en juego (la cámara alta renueva la mitad de su composición, un total de 248 escaños, cada tres años).
Controlar sólo una minoría de escaños en ambas cámaras obligaría al Gobierno --que ya tiene que hacer concesiones a la oposición para cada proyecto de ley en la Cámara Baja-- a ceder poderes legislativos a una oposición envalentonada.
El ambiente preelectoral se ha caracterizado por expectaciones por encima de lo normal, según aventuran los datos sobre la votación anticipada publicadas por el Ministerio del Interior. En total, del 4 al 13 de julio emitieron si voto 9,8 millones de personas, o el 9,48 por ciento del electorado, un aumento de más de dos millones de personas con respecto a las elecciones a la Cámara Alta de hace tres años, lo que representa un incremento del 26,9 por ciento.
Un mal resultado en las elecciones a la cámara alta no provocaría inmediatamente un cambio de Gobierno, pero podría desencadenar un cambio de liderazgo del PLD o la reagrupación de una coalición gobernante. Los grupos de oposición tienen la moral por las nubes tras su gran victoria de octubre, pero están demasiado divididos como para afrontar estos comicios desde una postura común de fuerza.
La opción de abrir la coalición a otros partidos --como Nippon Ishin no Kai, el Partido Democrático Popular o, potencialmente, el propio Partido Democrático Constitucional de Japón-- tiene sus inconvenientes y pondría de manifiesto la fragilidad del Gobierno, opina el diario 'Japan Times'. Las grandes coaliciones en Japón, apunta el medio, no tienen una historia afortunada, como lo demuestran los fallidos ejemplos de una coalición de ocho partidos contra el PLD en 1993 y un pacto tripartito entre el PLD, el Komeito y el Partido Liberal a finales de la década de 1990.