El año 2025, probablemente quedará marcado como el de consolidación para las criptomonedas, especialmente para las principales como Bitcoin (BTC) y Ethereum (ETH), que recientemente han alcanzado máximos históricos fuera de todo pronóstico (BTC casi US$112 mil en mayo de este año y ETH US$ 4890 en noviembre 2021 y valores en torno a US$2600 en lo más reciente).
Su capitalización ha alcanzado un total de US$ 3.3 trillones (60% BTC, 10% ETH y 30 % el resto de altcoins), representando así casi el 7% de la bolsa norteamericana (NYSE más NASDAQ) y un 33% del total de las bolsas europeas.
Estos números son increíbles pensando que el whitepaper de Bitcoin plasmó en tan sólo 9 páginas dos ideas realmente revolucionarias. Por un lado, inventa la tecnología blockchain, dando origen a múltiples usos posteriores, y por otro cristaliza lo que el Nobel de Economía y uno de los padres de la teoría monetaria, Milton Friedman auguraba bajo el concepto de “e-cash” o dinero digital descentralizado ya en 1999, en los comienzos de la masificación de internet. Así, Bitcoin se ha posicionado como el oro digital, mientras Ethereum se está transformando en la base de la economía descentralizada a través de contratos inteligentes.
Hoy las criptomonedas representan una infraestructura global que procesa miles de millones de dólares diariamente, mostrando retornos atractivos en un contexto de menores tasas de interés, creciente incertidumbre geopolítica, y una mayor demanda por parte de fondos institucionales que han visto en estos activos digitales una cobertura contra la creciente debilidad del dólar. Así, las criptomonedas han dejado de ser una extravagancia digital o moda financiera, dando origen a protocolos que se integran con inteligencia artificial y tokenización de activos reales como inmuebles, bonos o acciones.
Para el segundo semestre, se espera que continúe la aprobación de ETF’s en nuevos mercados, un mayor ingreso de fondos institucionales y una adopción creciente en pagos y comercios internacionales, lo que continuaría impulsando el precio de las principales criptomonedas, en especialmente durante el cuarto trimestre del año, donde las expectativas del mercado apuntan a nuevos máximos. En el más corto plazo, como se ha observado en otros años, durante junio y julio se observan retrocesos en el precio que abren la posibilidad de compra dada una menor demanda y toma de ganancias.
Por otra parte, el riesgo de ciberataques, fraudes y estafas continúan siendo la principal amenaza en particular para las altcoins y tokens menos consolidados. Esto ha llevado a una mayor preocupación por parte de los reguladores, quienes han ido adoptando la postura de establecer reglas claras para los emisores, custodios y plataformas de intercambio, convergiendo a un enfoque de tolerancia con el ecosistema crypto, pero con supervisión. Más allá de los riesgos y la volatilidad inherente, hoy cuesta pensar un sistema financiero del futuro sin estos activos digitales.
Patricio Jaramillo. Economista y director de Riesgo Financiero de PwC Chile