​Escándalo por informe de Contraloría sobre licencias médicas falsas: “Ya no basta con indignarse, es hora de actuar”

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Rodrigo Varela




El reciente informe de la Contraloría General de la República, que reveló que más de 25 mil funcionarios públicos salieron del país mientras se encontraban con licencia médica, es un nuevo golpe a la confianza ciudadana en nuestro sistema de salud. Este no es un hecho aislado, es un síntoma más de un problema estructural que como país seguimos arrastrando a raíz de que no se han tomado aún medidas firmes.


Lo que queda al descubierto es una práctica gravísima que no sólo le cuesta al sistema más de $600 millones de dólares anuales, sino que además daña la fe pública, disminuye la productividad y perjudica directamente a quienes sí hacen un uso legítimo de este instrumento. Las personas honestas, que efectivamente están enfermas, muchas veces deben cargar con el estigma y la sospecha de sus enfermedades, producto del abuso generalizado.


Los datos son elocuentes. Según informes de la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO), las licencias médicas aumentaron en un 131% en la última década, mientras que las asociadas a trastornos mentales crecieron un impactante 442%. Por su parte, el Informe de las Cajas de Compensación y la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados revelan que un 39% de los chilenos cree que obtener una licencia es fácil, un 55% considera que hay abusos en el sistema, un 52,4% conoce a alguien que ha solicitado una licencia falsa y un 41,4% asegura conocer a un médico que las emite sin justificación real.


Además, el mismo informe muestra una preocupante tolerancia social: un 48,6% considera aceptable pedir una licencia médica si uno está muy agotado, lo que habla de una normalización del uso irregular del sistema.


Un dato, dentro de muchos, y, que debería escandalizarnos: mientras un profesional de la salud emite en promedio 37 licencias al año, un 4% emite más de 597 licencias, y un 0,4% más de 2.000. Lo más grave: existe un grupo denominado “Grandes Emisores”, que entregan más de 5.000 licencias al año, con un promedio de 1,5 por hora, siendo la causa más común los trastornos mentales. Ninguno de ellos tiene la especialidad de Psiquiatría.


Por otro lado, también hay evidencia de diferencias en el uso de licencias según nivel de ingresos: quienes ganan sobre el tope imponible (y por ende no reciben el 100% de su sueldo en licencia), utilizan en promedio 1,14 días al año, mientras que los trabajadores que ganan por debajo del tope usan 2,9 días anuales. Esto, según datos de la SUSESO, vuelve a confirmar que el sistema también es más propenso al uso abusivo en ciertos segmentos.


Se requiere un enfoque integral que una al mundo público y privado, con políticas que eduquen sobre el correcto uso de la licencia médica y sancionen efectivamente a quienes abusan del sistema. No podemos seguir tolerando que se use esta herramienta como vacaciones encubiertas o como mecanismo de evasión laboral.


Chile no puede seguir perdiendo recursos, confianza y tiempo frente a este tipo de fraude. Ya no basta con indignarse. Es hora de actuar.


Por: Rodrigo Varela, Gerente Legal de ALTO Inmune.

europapress