​¿Cómo queremos vivir los años que vienen?

|

Dr Terre 03 (1) (1)

Hace pocos días conocimos los primeros resultados del Censo 2024. Uno de los datos más relevantes —y que no debería pasar desapercibido— es la consolidación del envejecimiento poblacional. Hoy, el 14% de los chilenos tiene 65 años o más. Hace tres décadas, ese grupo apenas superaba el 6%.


Este no es solo un dato demográfico. Es un llamado a prepararnos mejor como sociedad para acompañar a las personas que vivirán más años, y también a cada uno de nosotros, que probablemente viviremos etapas más largas que generaciones anteriores. Pero la verdadera pregunta no es cuántos años vamos a vivir, sino cómo queremos vivirlos.


Hablar de salud hoy implica ir mucho más allá del tratamiento de enfermedades. Significa pensar en calidad de vida, en bienestar real y en cómo llegar a cada etapa con energía, dignidad y sentido.


Ese bienestar comienza mucho antes de cualquier intervención médica. Parte en casa, en los hábitos que cultivamos cada día. Dormir bien, alimentarse con conciencia, cuidar los vínculos afectivos, moverse con regularidad, tener propósitos pequeños y grandes. Todo eso configura una base emocional y física para atravesar el tiempo con mayor estabilidad.


Una dimensión clave de ese cuidado es la prevención. Y dentro de ella, la nutrición consciente y la suplementación alimenticia cumplen un rol fundamental. A medida que envejecemos, nuestro cuerpo absorbe menos nutrientes, disminuye la producción de ciertas hormonas y aparecen deficiencias invisibles que inciden en nuestra energía, piel, ánimo y resistencia física. No basta con comer bien: muchas veces es necesario complementar con productos diseñados para apoyar esa etapa vital. Esto debe hacerse con información, asesoría médica y una visión integral de lo que cada cuerpo necesita para funcionar mejor.


Hoy, la medicina debe asumir nuevos desafíos: acompañar activamente a las personas en su camino hacia una vida larga, saludable y emocionalmente plena. Ese acompañamiento no se limita a lo clínico. Incluye herramientas que fortalecen la autoestima, la seguridad y la expresión personal.


En ese marco, la medicina estética es parte de este camino. No como una solución cosmética aislada, sino como un recurso más para quien busca sentirse bien consigo mismo, también por fuera. Cuidar la piel, mejorar la textura, recuperar luminosidad o suavizar ciertos signos del paso del tiempo puede ser parte de un proceso legítimo de autocuidado, cuando está enmarcado en una visión ética, profesional y personalizada.


Mirarse al espejo y sentirse bien es parte del equilibrio emocional. Y hoy sabemos que ese equilibrio impacta directamente en cómo dormimos, cómo comemos, cómo nos relacionamos, incluso cómo sanamos.


El aumento de personas mayores en nuestra sociedad nos invita a ampliar nuestra mirada sobre la salud. Necesitamos soluciones que integren lo físico, lo emocional y lo estético con naturalidad y respeto. Porque la belleza no es perfección. Es autenticidad, armonía y bienestar real.


Y si vamos a vivir más años, que sean buenos años. Llenos de energía, de propósito, de conexión y también —por qué no— de alegría al mirarnos en el espejo.


Por Dr. Fernando Terré 

Director Clínico Clínica Terré

europapress