​Mes de la Mujer, efecto Trump y equidad de género: ¿marcha atrás o acelerador a fondo hacia adelante?

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Daniel Vercelli

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, nos invita a reflexionar sobre varios temas, entre ellos los avances en la equidad de género en el ámbito laboral. Sin embargo, recientes movimientos políticos y sociales parecen amenazar estos logros, planteando la inquietante posibilidad de un retroceso. ¿Estamos dispuestos a permitir que se desvanezcan las políticas de equidad salarial, los programas de promoción del talento femenino, el apoyo al desarrollo laboral de las mujeres y la representación femenina en puestos de liderazgo, incluyendo directorios y gerencias?


En las últimas semanas, la administración de Donald Trump en Estados Unidos ha mostrado señales de retroceso en políticas de diversidad, ejemplificadas en dichos y acciones que cuestionan las iniciativas de diversidad e inclusión. En su reciente discurso ante el Congreso, el presidente declaró el fin de la "tiranía" de los programas de diversidad e inclusión, afirmando que Estados Unidos "dejará de ser woke". En este escenario, es válido preguntarse si las decisiones de las empresas en estos ámbitos se toman (o desechan) por regulación, moda (buscando aprobación de un líder o grupo político), o por convicción, persiguiendo la creación de valor. Llevando la pregunta a algo bien práctico: si no hubiesen leyes de cuotas, normativas sobre equidad de género y no discriminación, ¿las empresas volverían atrás en sus políticas sobre estos temas?


La evidencia parece indicar que la equidad de género es un motor de rentabilidad y competitividad. Diversos estudios han demostrado que la diversidad de género no sólo es una cuestión de justicia social, sino que un factor clave para el éxito económico y organizacional:


Empresas más rentables: Según el informe "Diversity Wins: How Inclusion Matters" de McKinsey & Company (2020), las empresas con mayor diversidad de género en sus equipos ejecutivos tienen un 25% más de probabilidades de superar la rentabilidad promedio en comparación con aquellas con menor diversidad. En esta misma línea, el informe "Diversidad de Género: cuestión de valores y rentabilidad" de Morningstar (2021), destaca que las empresas comprometidas con la igualdad de género no solo promueven los derechos humanos, sino que también están maximizando el valor para los accionistas.


Equidad salarial y productividad: El Foro Económico Mundial, en su "Informe Global de la Brecha de Género 2024", señala que la brecha salarial de género es una barrera para la productividad global. Las empresas que implementan políticas para reducirla suelen tener una fuerza laboral más comprometida y productiva.


Mayor innovación y mejor toma de decisiones: Los entornos inclusivos y diversos proporcionan diferentes perspectivas que fomentan la innovación y conducen a mejoras en las decisiones de los equipos directivos. Como menciona el artículo "La importante relación entre la diversidad de género y el rendimiento financiero" de Funds Society, The Boston Consulting Group (BCG) y la Universidad Técnica de Munich, las “empresas con la mayor diversidad de género podían gestionar cerca de un 10% adicional de ingresos a partir de productos y servicios innovadores, en comparación con empresas que tenían una diversidad por debajo de la media en su equipo directivo”. La evidencia también sugiere que la posibilidad de tener un alto porcentaje de mujeres directivas está correlacionado positivamente con la innovación disruptiva, definida como una situación en la que un nuevo producto, servicio o modelo de negocio reemplaza completamente la versión existente anterior.


Liderazgo inclusivo, eficiencia y cultura: Un estudio de SciELO Colombia (2022) indica que la participación de mujeres en puestos de alta dirección contribuye a una mayor eficiencia operativa y a una mejor cultura organizacional.


Ante toda esta evidencia, ¿estaríamos dispuestos a retroceder, si la contracorriente de moda llegara a querer borrar estos avances? Si se desregulan estos temas y, por ejemplo, se eliminan las leyes de cuotas u otras normativas, ¿daríamos pie atrás, a la luz de la evidencia de que la equidad de género mejora las empresas y la economía? ¿o no sería mejor acelerar a fondo hacia adelante?


El 8 de marzo no es sólo un día de reflexión, sino una oportunidad para reafirmar que el futuro del trabajo necesita a las mujeres en igualdad de condiciones. Perder lo avanzado sería un lujo que ni las empresas ni la sociedad pueden permitirse. Es crucial que continuemos promoviendo políticas de equidad de género, reconociendo que la diversidad es justa y beneficiosa para el rendimiento y la competitividad empresarial. Al final del día, incluso si omitiéramos consideraciones de justicia mínimas, no es necesario siquiera apelar a un despertar de “conciencia”, sino que basta con mirar la “evidencia”.


Daniel Vercelli Baladrón, 

cofundador y managing partner de Manuia Consultora, director de empresas

europapress